nueve

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"me quiere... no me quiere, me quiere... no me quiere, me quie– que cornudo parezco, la puta madre" lionel tira la pequeña flor que estaba deshaciendo en pedazos y suelta un estruendoso quejido, dejándose caer sobre el sofá mientras patalea desesperado.

han pasado dos días. a estas alturas, decidió concentrarse en otra cosa que no sea su celular y gracias a dios, los cuartos de final de champions han servido para demorar su inminente crisis. aun así, el fútbol de alta clase no ha sido suficiente para distraerlo del sentimiento de miseria que lo inunda desde el primer momento en el que neymar no lo ha llamado, no ha contestado sus mensajes y no ha ido al restaurante a verlo.

ha sobrepensado tanto que sus dedos han peligrado durante su jornada laboral, tan distraído en sus pensamientos negativos que los filosos cuchillos que siempre usa se han resbalado sorpresivamente muy cerca de sus dedos. ¿neymar le estaba haciendo una broma de mal gusto? o, ¿no le había gustado cómo besó? imposible, se lo hubiera hecho saber en el momento, ¿y si luego se arrepintió y ya no quiere saber nada de él? cada posibilidad era cada vez más deprimente y ni uno de sus pensamientos ayudaba a recuperarse de su mal estado anímico.

pensó que estaba exagerando el primer día, porque sólo habían pasado veinticuatro horas y eran horas suficientes para que el muchacho esté justificadamente muy ocupado en cosas de futbolistas de élite. como él no era deportista no sabía mucho, pero pensar eso lo calmaba un poco.

el segundo día fue realmente peor y nadie podía culparlo. clavó su cabeza contra su cama, se permitió lagrimear patéticamente y se dejó ahogar en mocos por largos minutos. nadie podía culparlo, le gustaba mucho neymar. su inexperiencia en el romanticismo, el poco tiempo que había pasado, todo eso eran factores que sólo lo ponían más ansioso.

agradeció las vacaciones que tenía luego de la pesada semana de exámenes y aprovechó su tiempo libre para hundirse en su sofá a ver partidos de fútbol, ignorándolos la mayor parte del tiempo para volver a pensar en el brasileño una y otra vez. repasa cada situación y todavía no encuentra algo incorrecto que haya espantado al jugador ¿o simplemente fue por ser él, leo? volvió a lloriquear.

un estruendoso golpe contra la puerta de su hogar lo hizo sobresaltar del susto, logrando quitarle brevemente la tristeza de la cabeza.

"¡lionel la recontra triple concha de tu vieja!" el reconocible tono de voz bullicioso de su mejor amigo resonó al instante, volviendo a espantarlo. "¡abrime antes de que tumbe esta poronga de puerta y pobre de vos si no salís!"

soltó un fuerte quejido que sonó más como un gruñido. estaba cómodamente tumbado sobre el piso y no tenía ganas de levantarse a abrir la puerta, pero sabía que tendría más problemas si no dejaba pasar a su amigo, quien parecía más que enojado y dispuesto a putearlo.

"¡voy!" con toda la pesadez que tenía, se levantó del suelo. apenas abrió la puerta, sergio lo empujó hacia un costado para poder entrar, adentrándose en la sala mientras inspeccionaba de una manera que leo no entendía. "¿qué pasa, tarado?"

"¿por qué no contestas los mensajes?" el kun sonaba indignado, tenía las manos sobre su cintura y lo observaba con dureza al más bajo, quien arrastró sus pies devuelta al sofá. a pesar de todo, sus ojos demostraron preocupación, aumentando el mal sabor de lionel. "los pibes querían salir a una fiesta, no sé, y vos no contestaste ni un mensaje, vos que siempre comentás alguna boludez"

sergio se sienta a su lado en el mueble, con su cuerpo girado totalmente en dirección suya. el rosarino no puede evitar desviar la mirada, apoyar su mentón sobre sus rodillas recogidas y alzar los hombros con desinterés, finge ver la televisión en francés y no responde nada.

mala decisión. su amigo se desespera más de lo que ya estaba y le da un golpe sobre la nuca, frunciendo el ceño como nunca.

"¡eh, que sos mongólico!" jadea el muchacho.

compartir; neymarWhere stories live. Discover now