Capítulo 151.-

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Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Me quedé un poco triste, cuando Axel no pudo pasar por mí al Tec y me estuve un rato más en la biblioteca, no tenía caso en absoluto que dejara mis tareas, para el último momento, sí de cualquier modo, no iba a ver a Axel. El tiempo en la biblioteca, se me pasó volando y cuando vi la hora, ya era un poco tarde. Tomé mis cosas y me fui del Tec y cuando iba a bordo del taxi, recibí una llamada de Axel y no sé por qué, desde antes de tomarla, presentí que algo pasaba con mi hombre perfecto.

–Hola, mi amor ¿Estás bien? – Pregunté al tiempo de tomar la llamada – Pensé, que estarías en tu casa, por eso no te molesté, llamando o mandándote mensajes.

No me había atrevido a dejar ni siquiera un mensaje, no quería que tuviera más problemas con Cecilia, si se daba cuenta de que era yo.

–Amaia, cariño, no vuelvas a decirme eso, tú jamás podrás molestarme. Yo te amo y mucho, mi amor – Axel me tranquilizó – Pero, contestando tu pregunta, no estoy bien, no estoy para nada bien, mi amor.

Yo había visto de cerca como era Cecilia, cuando tenía alguna discusión con Axel, era de las que se volvía como un animal salvaje a atacar a todos, no comprendía, si ya no había nada entre ellos, lo trataba como si fuera su dueña, era demasiado posesiva y tóxica.

–Axel, por favor dime ¿Qué ha pasado? – Estaba desesperada – Necesito saber, si has peleado con esa mujer, con tu esposa.

Creo que era lo más probable, ella siempre lo provocaba, siempre llegaba al punto que él ya no la soportaba y esperaba que no se hubieran ido de los golpes, no me gustaba para nada el rumbo que estaban tomando las cosas entre ellos.  

– ¿Dónde estás, cariño? – Preguntó – Necesito verte, dime a dónde puedo pasar por ti y te lo contaré todo.

–Estoy en un taxi, iba a nuestro departamento, si quieres nos vemos allá y así no te desvías, ya estoy por llegar.

Me faltaba poco para llegar, así que de nada servía que me bajara del taxi a esperar que él llegara por mí, así que sería mejor encontrarnos allá, y esperaba que no se haya peleado con Cecilia, no me gustaban ese tipo de enfrentamientos, donde una salía perdiendo.

–Está bien, mi reina. Ahorita nos vemos en el departamento.

El taxi siguió su rumbo y pronto llegué al departamento, el auto de Axel no estaba, lo que indicaba que él, estaba un poco más lejos que yo. Pagué el taxi y bajé de él, para entrar al edificio y subir al departamento. Al entrar dejé mis cosas en la mesa del comedor. Puse a hacer café en la cafetera y mientras se hacía, me fui a sentar a la sala, para esperar a que Axel llegara. Estaba muy preocupada por él, necesitaba verlo y saber, lo que había pasado. Sí, me había llamado y no estaba en su casa, solo podía indicar, que algo muy malo había pasado. Me quedé perdida en mis pensamientos, cuando lo vi entrar y corrí a sus brazos.

–Axel, mi amor – Me refugié en su abrazo – Te amo, dime por favor ¿Qué es lo que ha pasado? 

Me había preocupado de que no llegara rápido, pensé que podía estar más cerca, pero me aliviaba que ya estuviera conmigo, no soportaría que algo malo le hiciera esa mujer, si ya no quería estar con ella, que dejara de insistir, no era que yo me quisiera casar con Axel, eso lo tengo muy claro, si él se divorciaba de su esposa, yo no tenía nada que ver.

–Amaia, cariño, yo te amo más – Respondió, sin soltarme – Gracias, por aceptar, que nos viéramos, espero no interferir en lo que tengas que hacer, de tu escuela.

Eso era irrelevante, ahora lo único que me importaba era él, estaba demasiado nervioso y me temía lo peor, lo notaba muy mal, esperaba que me contara que era lo que había pasado para que se encontrara en ese estado.

–Claro que no, mi amor, para ti siempre tendré tiempo – Le aseguré – Te ves muy mal, dime ¿Qué tienes, Axel?

Mi hombre perfecto, se separó un poco de mí y después de besarme muy dulcemente, me tomó de la mano y nos sentamos en la sala. De inmediato, al verlo muy de cerca, me di cuenta, que estaba arañado del cuello y eso me hizo, que me alarmara enseguida, pues indicaba, que había pasado algo malo con su mujer.

–Mi amor, ¿Te duele mucho? – Pregunté pasando mi dedo índice, por su cuello – Es que, se ve mal, te voy a curar.

Tenía, que ponerle algo en los rasguños que le había provocado Cecilia, yo sabía que algo malo había pasado y aquí estaba la prueba, traía todo el cuello lleno de heridas, y un lado del labio un poco hinchado, no me quería imaginar lo que se habían dicho y hecho.

–Amaia, ahora solo necesito estar contigo – Volvió a abrazarme – No sé, cómo vayas a tomar lo que ha pasado, pero solo sé, que a ti yo sería incapaz de hacerte daño.

Las palabras de Axel, era como si me estuvieran previniendo de algo, no me quería asustar a lo que me estaba imaginando que había pasado, Axel, era un hombre intachable, no lo conocía violento, y Cecilia fue la que lo había herido, no tenía ni que preguntárselo y él no me lo iba a negar.

–Axel, mi amor. No me asustes – Le pedí – Dime, por favor, que es lo que está pasando. Me preocupa demasiado, que estés rasguñado del cuello y, además, que no me digas nada, fue ella la que te hizo eso, lo sé.

–Sí, ha sido ella Amaia, pero el problema no se detuvo en ese punto – Axel, se llevó ambas manos al cabello – Es que, yo no me he dejado y hemos tenido una muy fuerte riña.

Lo abracé con más fuerza, no quería que se moviera, y no dejaría que se fuera, que se regresara a casa de esa mujer, necesitaba que se quedara esta noche en el departamento.

Axel se separó un poco de mí y yo, supuse que lo hizo, para ver mis ojos cuando él me dijera que había tenido una riña con esa mujer desgraciada de su esposa. Yo lo único que podía notar en ese momento, era que ella, le había hecho daño a mi Axel, rasguñándolo y eso me daba un coraje terrible con el solo hecho de pensar, cómo fue el momento, en que esa infeliz, se atrevió a tanto.

–Bien, pues no pasa nada mi amor – Lo abracé y me perdí en sus brazos nuevamente – Quédate conmigo, ya no te vayas. Vamos a tomarnos un café, lo he puesto, antes que llegaras.

–Claro cariño, lo voy a servir, tú espérame aquí – Se ofreció Axel – Espero, que después de lo que te voy a contar, me sigas amando y no solo eso, me sigas viendo igual.

El Socio de Mi PadreWhere stories live. Discover now