Capitulo 14. T'estimo.

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Pedri

Si soy sincero había esperado este momento mucho, estar con ella, oírla hablar, poder saber cómo se encontraba, nuestros piques y hasta escuchar su respiración defectuosa.

La noche no la pasó nada bien y no se como ella podía estar acostumbrada, la escuchaba quejarse, sofocarse y molestarse con ella misma, dos horas largas tosiendo sin parar en lo que supe que ninguno estaba descansando como se debía, parecía una niña pequeña encima mía mientras yo rodeaba su cuerpecito y trataba de calmarla, no fue hasta que pasadas dos horas en las que tuve que sentarme en la cama con ella en mis brazos y acariciarla suavemente conseguí que se durmiera, cuando me asegure porque empezaba a conocer su respiración me tumbé de nuevo y la tapé para dormir tranquilos los dos.

Y así fue la noche, hasta que ahora mismo me estaba despertando sin sentir nada encima mío, moví mis manos sobre la cama y abrí los ojos al no encontrar a la morena, de golpe me incorporé frotando mis ojos y busqué por la habitación.

—¿Grecia estás en el baño?

No obtuve respuesta pero sabía que no se había ido cuando vi su móvil en la mesita, respiré tranquilo y supe que seguro estaría danzando por casa con lo inquieta que es, me levante y pase al baño a hacer mis necesidades y cuando termine me puse el collarín que tanto deseaba que me quitaran ya, nada más ir a bajar las escaleras escuché la voz de la morena.

—Si, porque me lo cuido muy bien.

—Lo tienes muy sano cariño —oí decir a mi madre—

—Ya, es que me gustaría donarlo, pero quiero que me crezca más.

Sonreí al escuchar a Grecia decir eso sobre su pelo, tenía muy buen corazón y estaba dejando entrar a una persona buena en mi vida, baje las escaleras como pude y con cuidado ya que la pierna seguía doliendo y me fijé en que la morena estaba sentada en la mesa de comer abrazando sus rodillas mientras que mi madre le hacía una trenza, no podía parar de sonreír, creo que era la mejor estampa de buenos días que había recibido, ninguna se fijo en mis pasos tontos cuando bajaba la escalera cosa que agradecí ya que me daban la espalda, camine hacia ellas en busca de Grecia quien miraba por la cristalera de la terraza cualquier detalle que para mi fuera mínimo pero seguro que para ella no, en cuanto llegue a su lado pestañeo para centrarse en mi.

—Buenos dias morena de mi vida —dije cogiendo su cara y llenándola a besos aún a pesar de que mi madre seguía haciéndole la trenza—

—Ay, ay, bon dia —se quejo divertida por la cantidad de besos que estaba recibiendo y agarro mi brazo para cogerme la mano, me puse en cuclillas dificultosamente a su lado mientras observaba la trenza que hacía mi madre y Grecia trazaba caricias sobre mi mano alargandolas hasta mi brazo— canario.

—¿Mm? —volví la vista a ella quien me miraba iluminada—

—¿Puedo ahora en un rato salir fuera contigo mientras tú estás en la piscina? —asiento—

—Si, ahora vamos a desayunar, ¿quieres un vaso de leche?

—Si.

—Pues ahora vuelvo —digo levantándome con cuidado pero ella sigue sujetando mi mano y no quita la mirada de mi—

—Grecia mira al frente que si no va a salir torcida —dice mi madre quien sigue haciendo la trenza y la morena sonríe haciendo caso pero no suelta mi mano— y tú niño espérate a que termine la trenza y os hago el desayuno.

—Que no mamá que yo sé como le gusta a ella.

—Cabezota —me dice y bufo porque quiero hacerlo yo, llevo las manos unidas a mi boca para dejar un beso en la de Grecia y soltarla—

Nankurunaisa - Pedri González Donde viven las historias. Descúbrelo ahora