Nankurunaisa - Pedri González

Capitulo 32. Solo si tu quieres seguir.

Grecia

No voy a mentir, estuve todo el día arrepentida de haber discutido con Naila incluso cuando estaba haciendo el examen no podía parar de pensar en que quizás debería de empezar a enseñarle la realidad de como era mamá. ¿Pero como iba a hacer algo así? Si mi idea era contarle la verdad pero por nada del mundo podría traerla a vivir conmigo, no facilitaría nada, Naila sufría en casa de mamá y se que había cosas que no me contaba.

—¡Tia, alegra la cara que esto está repleto de buenorros! —dijo Brenda—

Y es que estábamos en plena discoteca dándolo todo, bueno yo por un momento me había distraído en mis pensamientos.

—Necesito beber más —dije segura y cogí a Julia—

—Acompáñame a por otra y yo luego te acompaño a fumar fuera.

—Eso está hecho.

Acudimos a la barra y nos atendieron enseguida, Julia aprovecho a pedirse otro cubata y mientras esperábamos comenzó a sonar Cuéntale de Quevedo.

—Jo que temazo.

—Cuando estemos en el concierto nos dejaremos la voz.

—Que ganas.

Quevedo y su canción hizo que irresistiblemente pensara en Pedri, fui a sacar el móvil para mandarle algún mensaje o vídeo cuando los cubatas nos dieron, así que volvimos con Brenda y Sofía.

—Deberíamos de estar estudiando porque la semana que viene tenemos más exámenes y estamos aquí, adoro mi vida —dijo Brenda—

—Yo si no salía a despejarme me moría.

—Coincido —dijo Sofi—

¿Dónde están las gatas que no hablan y tiran pa' alante?
¿Dónde está el corillo guilla'o de maleante?
Vamos pa' la disco para hacer escante

—¡Dios!

—Grecia márcate un perreo —dijo Sofía pegándose a mi cintura—

Ahora
Dale pa' la barra loco, que te vo'a pagar el trago
Mira aquellas gatas que nos están mirando
Vamo' a tirar labia pa' ver si ganamos
Ahora

Sofía y Julia nos miraban animándonos y es que esta canción un día de fiesta no podía faltar.

¿Cómo es que te llamas tú?
¿Y de dónde eres tú?
¿Qué vamos a hacer gyal?
Si tiene su novio no me importa quién
La que me gusta eres tú, ajá

Señale a Sofi en cada pregunta para después beber de un trago de mi copa, hasta que recibí un empujón y me gire para ver que había pasado. Un grupo de chicos bailaban a su vez cuando uno acabo distanciándose en el baile y dándome a mi.

—¡Perdona! —dijo girándose hacia mi y elevando la voz—

—¡No pasa nada! —dije y observe bien su cara—

¿De que me sonaba?

—Me suenas muchísimo.

—Y tú a mi.

—¡Ah coño! ¡Si tú eres la de mala hostia!

—¡¿Como dices?! —dije dando un paso adelante—

—Ves, la de la mala hostia. Soy Hector el que se mata en el gym según tu —recorrí su cuerpo con una mirada rápida—

—Ni idea.

—Me rechazaste la mano en un restaurante porque tenías novio.

Ahora si me acuerdo.

—¡No haberme chocado!