Nueve

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Narra Daniel: 

Nos encontrábamos reunidos filmando el video para los medios post carrera y mi concentración era nula, al mismo tiempo que se me dificultaba cada vez más el hecho de mantenerme positivo frente a las cámaras, tanto así que los presentes lo notaron y decidieron cortar la grabación.

Mi mente divagaba entre la frustración del presente por haber terminado la carrera en el lugar número trece, y en la alegría lejana del pasado, esa que se iba apagando cada vez más y me impedía mantener vivo ese recuerdo de cuando, en este mismo circuito, pero en el año 2014 había logrado mi primer podio oficial, luego de mi descalificación en el gran premio de Australia.  

Recordar esa fecha provocó que todo mi ser fuera invadido por una mezcla de emociones, en donde la angustia parecía ser la protagonista de una historia en la que solo Esmeray tenía el poder de suavizar ese dolor, a través de una palabra, a través de una mirada, a través de una caricia.

En ese momento mi mente se preguntaba una y otra vez en aquellas posibles líneas que me habría dedicado aquel día, y unas ganas inconsolables de salir corriendo a buscarla me invadían, pero una parte de mi permanecía aún aferrado a aquel sofá que me dejaba estancado sin poder avanzar, en tanto mis ojos no podían dejar de mirar su foto de perfil en la pantalla de mi celular.

Daniel ¿Qué ocurre? Te veo... triste

Preguntó mi compañero de equipo luego de haber hecho una pequeña pero notoria pausa para encontrar la palabra que resultara menos hiriente, aun creyendo que no había nada ni nadie más que pudiera seguir abriendo las heridas. 

Estoy cansado de que todo salga mal  

Respondí cabizbajo soltando la frustración a través de un suspiro, el cual fue rápidamente apaciguado por una caricia conocida que, si bien no era la que yo quería, me obligó de igual manera a levantar la cabeza y encontrarme de cara a una escena que terminó resultando ser mi más grande deja vú. 

Pero a diferencia de aquella vez los papeles se habían invertido, y ahora era yo quien se encontraba sentado observando atentamente como Amellie me daba el sermón de mi vida, y aun así no pude escuchar ni una de sus palabras, no cuando la tenía por primera vez delante mio parada en sus muletas. 

Daniel ¿Me estás escuchando? 

Por mi parte negué con mi cabeza en forma de respuesta, y al ver que su seño se frunció al mismo tiempo que su boca se preparaba para seguir retándome, me paré rápidamente de mi lugar y la abracé igual de fuerte como aquel día. 

¿Recuerdas lo que me dijiste aquel día? — preguntó aun sin soltarme. 

Como olvidarlo, si parece que fue ayer y hoy... estas acá parada al lado mío — respondí separándome un poco de ella para poder observarla. 

Se que es muy fácil decirlo desde afuera, pero tienes que seguir intentando, porque tal vez las cosas no se dan porque no es el momento, o porque no es el lugar, pero...

¿Y cuándo va a ser mi momento de ser genuinamente feliz? 

—Nunca la sabrás si no lo sigues intentando Daniel, sino mírame a mí y recuerda lo que me dijiste aquella vez " Definitivamente a esa persona no le gustaría mirar hacia atrás y ver como por cobarde su vida pasó en una simple y triste silla de ruedas" 

—Yo sé que a vos no te gusta ver que otro más ocupe tu lugar, y no solo me estoy refiriendo a los autos ... continúa peleando por todo aquello que una vez soñaste y que aún lo sigues deseando 

Tinta negra |Daniel Ricciardo | Trilogía F1Where stories live. Discover now