CAPÍTULO 1 AMARGO DÍA DE LOS ENAMORADOS

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—¡Maldito seas!... [sollozo] ¡Te odio, te odio!   [llanto] ¿pero en qué estaba pensando? Ya tú me has demostrado mil veces que dejé de importarte hace mucho tiempo, pero yo de necia queriendo salvar algo de este matrimonio que está muerto hace rato.   He pasado todo el día preparando para ti una estúpida sorpresa del día de los enamorados y solo me encuentro con tu maldito engaño. ¿¡Por qué yo!? ¿por qué esa crueldad conmigo? ¿Es que acaso tu amor se convirtió en fastidio? ¿por qué? ¿¡qué más quieres de mí!? { sollozos]

Una angustiada mujer entraba a su recámara envuelta en llanto. Con manos nerviosas se sacaba la extraña peluca negra y lentes de sol que ocultaban su rostro. Por el piso fuera a dar una caja delicadamente envuelta en fino papel de regalo que ella aventó con la mayor furia posible. Dando un portazo se encerró en su habitación y entre sollozos reclamaba una explicación de su dolor al maldito destino.

[toc, toc]

—¿Señora Candy? ¿Le ocurre algo? ¿La puedo ayudar? ¡Señora Candy!

Después de un largo silencio, la mujer contestó 

 —¡Eh! No Dorothy, no es necesario, yo...me encuentro... bien, gracias. Solo ayúdame con una pastilla para el dolor de cabeza,  te lo agradecería mucho.

Candice estaba de espaldas hacia la puerta de su habitación, lentamente caminó hasta su cama y se acostó boca arriba. Las lágrimas seguían fluyendo de sus verdes ojos sin encontrar consuelo y sin poder evitar que estas siguieran emergiendo desde el fondo de su alma.

[Toc Toc]

—Señora Candy, aquí le traigo la pastilla que me pidió.

Al escuchar aquella voz, la rubia mujer automáticamente limpió sus lágrimas con el dorso de sus manos, pues sentía vergüenza que una vez más la servidumbre de la mansión la viera llorar.  Recostada dando la espalda a la puerta, dio paso a su empleada.  De alguna manera trató de modular su voz y de ocultar su doloroso estado.

—Pasa, deja eso... por ahí

La muchacha entró de manera sigilosa a la habitación de Candice, pues sabía que estaba en uno de esos momentos en que se deprimía tanto que daba lástima verla.   La joven se preguntaba cómo era posible que una mujer tan hermosa como lo era su patrona, terminara así en ese estado tan lastimero.

Sus patrones lo tenían todo en la vida; eran jóvenes, hermosos, tenían fortuna, salud, pero al parecer se les había escapado el amor de entre las manos. ¿Por qué el amor era así de traicionero? —se cuestionaba—

Luego de lograr que su señora tomara la pastilla, tomó el cepillo de la peinadora y delicadamente comenzó a peinar los largos cabellos de su patrona, siempre esta acción calmaba a su señora.  Al verla tan deprimida decidió hablarle.

—Señora, su cabello es tan sedoso que no ha necesitado ningún tratamiento capilar, pero sus ojos están muy tristes. ¿Sabe que en mi pueblo tenemos un remedio para las ojeras? Si gusta le puedo hacer una sesión de SPA aquí mismo para que vea como esas ojeras desaparecen.

—¿Crees que eso ayude?

—Mmm bueno, el SPA no cura corazones rotos; pero hace maravillas con los rostros cansados y trsites.

Y así Dorothy se puso en la tarea de dar un masaje relajante y tratamiento corporal a su señora que duró varias horas.   Luego de cubrir su cuerpo con una hermosa salida de baño, la sentó en el diván que estaba de frente a su enorme peinadora.

Candy miraba su reflejo en el espejo. Efectivamente sus ojos a pesar de reflejar una enorme tristeza, ya no se notaban cansados y su rostro estaba bastante mejor,  no irradiaba felicidad, pero por lo menos ya no parecía tan devastados.

AMOR PROHIBIDOWhere stories live. Discover now