CAPÍTULO CUARENTA Y UNO REENCUENTROS

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Neal  exhalaba furioso al ver ante él al hombre que había sido su mayor desgracia.  Apretando fieramente los barrotes que los separaban, espetó.

—¿¡Qué mierda haces aquí, Graham!? ¿Acaso te viniste a burlar de mí?

—¡Vaya bienvenida, Lagan!

—¡Lárgate por donde viniste porque no estoy de humor para aguantar tu socarrona cara!

—¡Qué curioso es el destino! ¿no crees? Yo si tuve que aguantarme todo este tiempo tu socarrona cara y tu maldito cinismo mientras sabía perfectamente que todo cuanto decías sobre mí eran asquerosas mentiras; sin embargo, no he venido aquí para burlarme de ti.

Neal sabía de antemano que aquella sería una conversación muy fuerte y visceral, pero a esas alturas ya no le importaba nada,  diría todo cuanto pensaba; además, ardía en deseos de fastidiar al castaño.  Si él ya estaba tras las rejas, qué más le daba atormentar el alma de Terence. Cargado de cinismo comenzó su fiero ataque.

—¿Entonces, a qué has venido? Ja, ja, ja ¿No me digas que has venido a pedirme consejos maritales? ja, ja, ja. ¿Será que la palomita quiere volver a los brazos del magnate Ardlay aunque esté todo tullido en esa silla de ruedas?

La risa burlona del pelirrojo siguió resonando en medio de esas cuatro paredes provocando un eco por demás escandaloso.

—Ja, ja, ja ¡pero es que no me lo creo! ja, ja, ja. De seguro a la muy zorra se le abrieron los ojos al ver que siempre sí puede regresar con la marioneta de William.  ¿Te das cuenta lo astuta que es?De seguro piensa que será más rentable ser la mujer del jefe de todo un clan. ¿no te parece? Ja, ja, ja.

—¡Cállate! ¡Infeliz, hijo de puta! Aún estando al borde del precipicio no dejas de joder a Candy.

—Te lo dije, Graham. De mi no te vas a librar tan fácilmente. Yo seré esa voz en tu cabeza que siempre te joderá la vida. Candice pudo haber sido muy feliz a mi lado, pero la  sinverguenza y arrabalera quiso revolcarse contigo, así que de mi parte corre que...¡Agh!

El hombre ya no pudo seguir hablando más. Terence había metido uno de sus brazos por la reja y había  logrado atrapar al sujeto por la camisa. De un solo agarre lo atrajo hacia las rejas y con un fuerte jalón lo estrelló contra las mismas.

[Plum] Fue el golpe seco de un cuerpo estrellado contra el duro metal. El grito de dolor fue bárbaro, pues las rejas habían impactado directamente en la nariz del pelirrojo haciendo que este comenzara a sangrar profusamente.

—¡Ahg! ¡Infeliz! ¡Cielo santo!, ¡me rompiste la nariz! —lloriqueaba el hombre, sin embargo ese lamento poco o nada le importaba al castaño que volvió a realizar la misma maniobra.

Nuevamente volvió a estrellar el rostro de Neal contra los barrotes, y esta vez lo que rompió fue su boca.

[Plum] —¡Ahg! —

Otro grito de dolor se escucho, pero esta vez fue acallado por la fuerte voz del castaño

—¡Cállate desgraciado! Te dije que no volvieras a poner en tu sucia boca el nombre de mi mujer, pero insistes en nombrarla. Vine aquí para advertirte que no intentaras nada en contra de nosotros porque te tengo vigilado, pero veo que no quieres entender por las buenas. Si insistes en tus estupideces te arrancaré a tirones el pellejo. ¡Me escuchaste!

El hombre escupía sangre y el dolor en su nariz era insoportable.  Tuvo que retorcerse con violencia para poder liberarse del feroz agarre del cual era objeto por parte de Terence. Se refugió en una esquina para tratar de normalizar su respiración, pues la sangre en su boca lo estaba asfixiando. Su cara estaba desbaratada; sin embargo no cedería en su afán de demostrar que era capaz de hacer tambalear la confianza de su odiado rival. Dominado por su odio visceral nuevamente comenzó a reírse sin control.

AMOR PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora