CAPÍTULO VEINTICINCO CELOS

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Annie Brighton miraba con asombro como su jefa hojeaba la extensa documentación sin parpadear un solo segundo. La mirada ceñuda de la rubia denotaba que estaba atravesando por un momento bastante incómodo. Con cautela, la pelinegra preguntó.

—Eh...mmm...Candy...no te parece que primero debes dejar que esos documentos los lea el señor...Grah..

—¡NO! No es necesario que él los lea, y tampoco es necesario que venga a mi oficina.

—Pero jefa...son...documentos inherentes al proyecto Mckenzie 1 y antes de pasar a la Junta General, deben ser revisados por...

—¡Ya dije que NO! Además, el señor Graham debe estar muy, pero muy ocupado con su visita inesperada.    Me imagino que no tendrá tiempo de revisar esta documentación así se la lleves en este instante para que la revise.

—Eh... bueno, el señor Graham no podrá revisarlas en este momento. Al parecer...tiene pensado salir con sus visitas. Creo...que el resto de los documentos los puedes revisar ...más tarde...cuando él regrese.

La rubia mujer se molestó aún más cuando escuchó los planes que tenía Terence. Impulsada por una extraña sensación que invadió sus entrañas,  se paró de su silla y caminó hacia el gran ventanal para pararse frente al mismo y perder su mirada en las gotas de lluvia que se estrellaban sobre el vidrio.

—¡Pues que disfrute su salida! ¡Por mí que no regrese al corporativo! —farfulló molesta la ojiverde.

No quería reconocerlo pero la presencia de Karen Klase la molestaba sobremanera. Había pasado de la dicha de un perfecto domingo, al desencanto de un lunes por la mañana; y ahora estaba pisando las brasas de los celos sin quererlo aceptar.

Annie fue muy perspicaz ante la actitud de su rubia amiga, así que de manera prudente, habló.

[carraspeo] —Bueno, creo que lo mejor que puede hacer Terence es conversar con su visita, y como tu misma lo has recalcado, ha sido una visita inesperada. ¿No crees que tienen muchos temas de qué hablar? Empezando por aclarar el tipo de relación que hay entre ellos.

—¿De verdad crees eso? A mi me pareció que la tal Karen tiene muy claro en su cabeza el tipo de relación que mantiene con Terry, porque apenas lo vio se arrojó a sus brazos como si fuera la última coca cola del desierto. ¿Acaso no la escuchaste cómo lo llamó? ¡Le dijo CARIÑO! ¡Cuánto te he extrañado! ¡Ahs!

—Candy, recuerda que hasta hace un poco más de un mes atrás, Terry tenía otra vida y otros planes en Londres.   Asumo que la señorita Karen formaba parte de ese proyecto de vida, pero ahora es evidente que las cosas han cambiado tanto para él como para ti,  y la pobre señorita Klase ni por enterada.  Lo justo es que hablen a solas.

Cerrando con fuerza sus párpados, dijo. —Lo sé, lo sé. [suspiro] Tal vez ella... ya tenía muchos planes con él, lo que sucede es que también me siento...algo...contrariada, no sé bien cómo explicarlo, pero la presencia de esa mujer me... ¡Me molesta!.

Con una sonrisa sarcástica, la pelinegra exclamó —¡JA! ¡Es que yo ya me lo suponía! ¡Lo que te pasa a ti es que estás celosa! Bueno, y es que no es para menos, honestamente la susodicha es muy bonita.

—¡Agh! ¡Pues sí, sí y sí! La tal Karen resultó ser muy linda, si hasta parece modelo se shampoo, solo le falta correr por un prado lleno de flores con su largo cabello al viento. ¡Ahs!   Si te soy sincera a quien quiero ahorcar ¡es a Terry!   Es más, no lo quiero ver por ahora.    Detesto pensar que él la vio con ojos de deseo, odio imaginarlos juntos.

—Amiga linda, es muy probable que fuera así, pero debes darle la oportunidad de que él le aclare el nuevo panorama de su vida.    Ellos necesitan hablar de todo cuanto ha pasado desde que llegó a EEUU, solo dale algo de tiempo porque no será nada fácil bajarla de la nube rosa en la que está trepada.

AMOR PROHIBIDOWhere stories live. Discover now