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Creyendo o no en la existencia del alma, lo que es cierto es que en nuestra esencia radica la posibilidad de alcanzar la felicidad. La capacidad de saber escuchar la voz del interior y saber guiarse por el alma y el corazón a su vez. Extrañados de saber el porqué de aquello y con la incertidumbre inconclusa de no poder responderse, cada paso creando una nueva incógnita, realmente un nudo.
Sin embargo, cuando el alma se siente agotada, agónica, sin energías; prácticamente casi muerta. Es ahí, cuando la reacción ante la impulsividad se toman de las manos y el corazón queda de último, el alma pierde fortaleza y a medias pide completar su armonía junto a otra alma desgastada; alma agónica con alma risueña. Incluso sus propias presencias se hacen ruido, causando la curiosidad y el rechazo de cada una, extrañadas al cambio tan radical entre ambas más aún, prefieren complementarse una a la otra. Sanando heridas hasta ser una misma gran energía, dispuestas a conllevar esa relación a una de, almas gemelas.
Y con la calidez de la mañana, abrazando sus cuerpos y brindándoles más calor por sus actividades fuerte; pelea tras pelea. El entrenamiento de guerreros no era tarea fácil pero a su vista se lo veía como un ir y venir tan simple. La ronda de guerreros esperando un turno para poder seguir reglas de la líder que guiaba en su momento, dispuestos a pasar y probar su fuerza contra aquella chica; con el ego a flor de piel.
—Ella da gran pelea.
—¿Soy yo o se la ve más esbelta?
Los murmullos se escucharon de varios lados, la atención que prestaba cada Na'vi alrededor era enorme; tomando una nota mental de cada movimiento y cada técnica que la hija de los líderes hacía. Pensando en que todo se basa en técnica y entrenamiento, sin saber que era la impulsividad y perspicacia¹. El ruido en sus sentidos hacía que cada movimiento pareciera ser llevado de una técnica pero no, su interior se sentía intranquilo y eso la obligaba a moverse cada que se sentía atacada y con la frustración, abrumacion en un tope muy intenso.
Concentrada de no perder la conexión sus emociones para no herir a nadie, incluso si lo pensara o si luchará contra mil mares para no perderla le era casi inevitable no hacerlo en ocasiones específicas, sus manos siempre terminaban golpeando más de lo que debía, en especial si era ese chico dos años menor que ella.
—Ahora voy yo.
—Cuidado que no te mate.
Risotadas a tope y con una nueva figura delante suyo. El sentimiento amargo en su pecho y el mismo sabor en su boca se apoderaron de su interior, clavar su mirada en aquellos ojos verdosos provocaba la intimidación más grande que habían visto en toda la mañana. Luchaba por no desconectar sus emociones pero cada vez era más difícil. Incluso lo vio moverse con firmeza hasta ella, sintiéndose atacada y demasiado ofendida.
