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˖ ࣪ . PETICIÓN DE EYWA࿐  ˚ .
Maratón 3/5

La oscuridad de lo profundo era dueña de cualquier iluminación

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La oscuridad de lo profundo era dueña de cualquier iluminación. No importase cuanto tiempo se demoraría en llegar a ser una sola unión donde el oscuro con lo claro pudieran volverse uno con un tono intermedio que no se disolveria en ningún momento, mucho menos por algo.
El frío abrazador de la corriente de la profundidad era quien se encargaba de cargar un peso muerto en el manto de la noche, la oscuridad que no era característica de la superficie sólo de un profundo interior como la del agua.

¿Me extrañas?

El retumbante silencio de las profundidades nunca había sonado tan molesto como esa vez, nunca había sonado tan pero tan diferente, como si no fuera la gran madre sino otra presencia que estaba usurpando los sentidos y el agua que llevaba aquel cuerpo hasta lo negro del fondo. Sonaba como una voz conocida que había recibido el repudio de todos con tan solo ser escuchada o nombrada. Fue como un cuchillo en mano que a muerte quiso herir.
Las ramas de aquel árbol de los espíritus que se encontraba en lo más profundo no brillaban con tanta intensidad, su fulgor era sutil y tranquilo que al sentí aquel silencio diferente se vio opacado, no era un alma digna de ser recordada y la gran madre lo detestaba.

Eanatan, ¿me extrañas?

La oscuridad de sus ojos cerrados no era capaz de dispersarse, el fuerte espasmo que había sufrido con tan solo conectar la trenza a esos recuerdos, donde vagamente podría ver a la mujer que guiaba a su madre y hasta muy pequeña, a ella.
Un ser que cuidaba como un niño y que realmente no sabía cómo mantenerlo a salvo y cuando ya no lo tenía en brazos lo único que hacía era doler y doler por una ausencia tan tajante que se incrustaba en su corazón de una forma tan agresiva como esos temblores de su corazón y cuerpo, advirtiéndole que algo realmente andaba mal con ello. Y cuando una convulsión se vuelve dueña de un interior es cuando el desconcierto de no saber que sucede en ese interior, en ese exterior y en ese corazón.

Ven a verme por favor.

Se despiertan del olvido solo para provocar un llanto que ya no era verdadero, que ya no era causado por por una emoción sana que dolía de una forma tan pura, ahora solo era la ira y la rabia que en un pecho dolía de manera tan brava que en la cabeza pensaba en recibir paz y guerra. Algo que dejase ese sentir de lado.
Esas voces que algunas alguna una vez fueron mal juzgadas y fueron mandadas a lo profundo y otras que simplemente merecieron ser expulsadas y juzgadas con mil prejuicios. La diferencia de esa presencia en particular que sacudía su cuerpo para hacerle abrir sus ojos, tan insistente en que le respondiera y supiera que nunca estaría tranquila. Sabiendo que la había dejado totalmente rota y con una falsa promesa de amor y juramento.

Al final, la insistencia pesada de aquel toque hiriente y tan aborrecible separó sus párpados. La luz de un recuerdo tormentoso, todo tan iluminado pero con una sensación totalmente dolorosa en el centro de su ser, su pecho, su corazón. Con la mente cegada por la confusión de no saber dónde estaba, de saber si su mente seguía conectada o de si estaba en una inconsciencia que la asustaba horrores.
La baja energía de su cuerpo sólo la pudo ayudar a sentarse, mirando el lugar con insistencia y confusión al ver que era un lugar conocido, un lugar donde elegiría no estar nunca más, mucho menos con esa misma imagen. Exacta a la desgracia.

𝐄𝐀𝐍𝐀𝐓𝐀𝐍 | 𝖭𝖾𝗍𝖾𝗒𝖺𝗆 𝖲𝗎𝗅𝗅𝗒Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ