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—¡Yo nunca te habría hecho algo así!
Un intermediario era necesario cuando un problema de gran magnitud era presente. Cuando la desesperación conjunta con muchas emociones malas que no aportaban suma a un bienestar, cuando luego de una traición y un vínculo forzado a ser roto llega una noticia devastadora que termina auyentando por completo las pocas buenas intenciones de seguir manteniendo una mala amistad que acababa con todo a su paso. Era un sentimiento tan errático que la adrenalina en un cuerpo comenzaba a cobrar factura, con los puños cerrados con una fuerza mayor y una mandíbula completamente bloqueada y forzada a no abrirse para no herir a otros; la ganas de arrancar la piel de otros con propias manos y hacer sentir el mismo sufrimiento que uno se la pasaba sintiendo.
La complejidad de intentar entender algunas razones pero otros sin ser capaces de defender sus palabras con otras cosas aparte de un repetitivo "El pueblo sabe porque lo exilió". El enojo llegando a un tope límite e incluso mucho másallá de ese límite, la cólera comenzaba a carcomer ese delgado cuerpo, llenándolo de agresividad contra todos y un cambio repentino en su interior. Pasar de la tristeza profunda al odio y las ganas de golpear irracional que tenía hacia todos, sin importar quien fuera.
—Te lo puedo explicar, no es lo que crees. —dijo él, asustado.
El control ya no estaba del todo en sus manos.
—Eres un puto cobarde, Fa'it. —exclamó de manera hostil, acercándose lentamente.
—Eanatan, todo tiene una explicación, te lo juro.
—Eres un puto cobarde. —repitió con rabia— Yo nunca podría haberte hecho algo así.
Sus ojos parecian hervir en furia, acercándose a él como si de un depredador se tratase, tan amenazante que seguramente al másmínimo movimiento sería capaz se sujetarlo por la trenza y sin pensarlo mucho quizásterminaría cortandola.
Sentía esa frustración correr por su cuerpo como escalofríos que no era capaz de parar, sus orejas se mantenían alertas y dispuestas a estar atentas ante cualquier minúsculo movimiento que su cuerpo hiciera. La idea de golpear su cuerpo sin parar hasta llegar el punto de querer matarlo comenzó a surcar su cabeza, la rayada idea cuadrada se repetía una y mil veces en su cabeza, jurando querer matarlo en ese mismo instante sin importarle mucho que su familia y la madre del menor estuviera en frente de ellos, todos mirando sin saber que hacer ante su repentino cambio de emociones, estaba a punto de saltarle encima para clavar sus golpes directo en su rostro.
