Capítulo 32: Espero que me lo recompenses.

6.7K 326 16
                                    

pablo gavi

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

pablo gavi

Aitana me soltó la mano antes de abrir la puerta para salir a la calle y dirigirnos al coche. A mi no me importaba que me vieran con ella, es más, lo estaba deseando. Quería poder besarla delante de todos, darle la mano, abrazarla por la cintura y que todos los tíos se enteraran de que era mía.

La miré mientras caminábamos hacia el coche. Iba mirando su móvil distraída mientras fruncía un poco el ceño, vi su expresión e imité su gesto, para luego preguntarle.

—¿Qué pasa? —dije mirándola y poniendo una mano en sus lumbares.

Ella miró mi brazo y luego a su alrededor, como buscando personas que pudieran vernos y descubrirnos.

—Tengo que subir una foto —dijo enseñándome su instagram, el cual casi me sabía de memoria de todas las veces que lo había visto.

Desde que supe su nombre, la busqué por instagram y no dudé en stalkearla. A mi me había llamado la atención desde el primer momento en el que la había visto, borracha y moviendo las caderas en un vaivén que me había vuelto loco durante toda la noche.

A veces, cuando aún ni siquiera nos habíamos visto más de dos veces, pasaba por su instagram y me quedaba embobado viendo sus fotos.

—Si quieres yo te puedo sacar una luego —me ofrecí encogiéndome de hombros.

—¿Si? —dijo burlona acercándose a mi, mirando mis labios—. No sabía que supieras utilizar la cámara del móvil.

—¿Por qué? —le fruncí el ceño bromeando.

—Porque eres futbolista, y tú instagram da mucha pena —contestó riendo.

—Entonces ayúdame —murmuré en su oído.

—Mejor te ayudo con otra cosa —me dijo de la misma manera.

Soltó una carcajada y yo luché conmigo mismo para no llevarla hasta el portón y follármela ahí mismo.

Llegamos al coche, yo aún no tenía el carnet, por lo que siempre era ella la que conducía.

Puse mi mano en su muslo, disfrutando al ver como su piel reaccionaba a mi tacto. No duró mucho, puesto que en la entrada del parking había ya un par de personas esperándonos, así que quitó mi mano con suavidad.

De verdad que a mi me importaba cero que la gente lo supiera, pero si ella no quería que se enteraran, no la forzaría ni la obligaría. Todo a su debido tiempo. A mi, mientras estuviera con ella, me daba exactamente igual todo lo demás. Obviando el hecho, de que ni siquiera nosotros terminábamos de encontrarle sentido a lo que teníamos.

No tardamos demasiado en llegar al cine, Aitana tenía la suerte de vivir en el centro, por lo que no le hacía falta el coche aunque estando juntos siempre lo cogía para que no nos pararan cada dos por tres cuando caminábamos por la calle.

—¿Te apetece una de miedo? —le pregunté subiendo y bajando las cejas.

—¿Estás loco? ¿Tú quieres que no duerma?

—Tranquila, que hoy vamos a hacer de todo menos dormir —me hundí en su cuello durante unos segundos, respirando sobre su perfume.

—Eres un cerdo —me dio un pequeño golpe.

—Lo he dicho por el miedo que vamos a pasar, listilla. Eres tú la malpensada —me burlé.

—Claro, y yo soy Rihanna.

—Ya quisiera Rihanna...

—Idiota.

—Solo digo la verdad —me encogí de hombros inocente—. ¿Entonces de miedo?

Ella me miró enarcando una ceja.

—¿Qué?

—No me gustan nada, luego tengo pesadillas —admitió.

—No pasa nada, rubia. Yo te protejo. Si hace falta reviso debajo de la cama cada cinco minutos para que no haya ningún monstruo de las galletas escondido.

Le estaba vacilando mucho, pero me gustaba tanto verla enfadada o picada, que desde que nos conocimos la llevo haciendo rabiar solo para ver las expresiones que hace y lo guapa que se ponía. Es decir, Aitana siempre estaba guapa, pero cuando se enfadaba y me miraba furiosa me ponía tan cachondo que no podía ni soportarlo.

—Mira a ver si esta noche vas a dormir en La Masia, por listo —me advirtió.

Entonces yo hice un puchero y ella una mueca.

—Espero que me lo recompenses —dijo cuando cogió las entradas para la película de miedo.

—Lo haré, rubia, lo haré.

Me miró cómplice, sabiendo perfectamente a lo que me refería. Sonrió y fuimos a comprar un poco de comida.

Un rato después, entramos a la sala, que estaba completamente vacía. Pude ver en la cara de Aitana una mueca de miedo, al ver lo oscuro que estaba todo a pesar de que ni siquiera habían apagado del todo las luces.

La gente comenzó a llegar poco a poco, pero fueron muy pocas las personas que entraron a la sala. Mejor para nosotros, estaríamos más tranquilos.

Aitana ponía su móvil en silencio mientras que yo miraba su cara iluminada por la pantalla; Era preciosa, nunca me cansaría de decirlo. Se dio cuenta de que la estaba mirando y dirigió sus ojos azules hacia a mi.

—¿Qué? —preguntó mientras veía que una sonrisa se escapaba de sus labios.

—Nada —aparté la mirada, mordiéndome el interior de mi labio inferior.

Escuché una risita por su parte y luego noté su mano agarrándome de la barbilla, obligándome a mirarla de nuevo. Sonrió y acercó su cara a la mía para besarme.

𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎; pablo gavi.Where stories live. Discover now