Capítulo 54: Repítelo.

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aitana romero

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aitana romero

—¿Eh?

—¿Cómo que "¿Eh?"? Pensé que te había pasado algo. Martina me dijo que si había hablado contigo porque a ella no le contestabas, y cuando yo te llamé tampoco lo cogiste.

—¿Y por eso has cogido un vuelo y has venido hasta aquí?

—¿Solo porque pensaba que te había pasado algo? Sí, Aitana, no me lo perdonaría jamás.

—Perdona, amor, no me había dado cuenta de que tenía el modo noche puesto y no me había llegado nada —dije acercándome a él y buscando su mirada.

No tardé demasiado en encontrarla y pude ver en su cara las ojeras de haber dormido entre cero y nada. Me acerqué un poco más y dejé un beso cálido en su mejilla, apoyando la mía en su pecho luego.

—Eres un desastre. Si no me hubieras contestado a mi me daba igual, pero que no lo hicieras a Martina ya me había preocupado.

Asentí con la cabeza aún apoyada en su pecho, a la vez que sus brazos me rodeaban la cintura para pegarme un poco más a él.

—También me he muerto de celos cuando he visto tu historia —añadió.

—¿Mi historia? ¿Qué historia?

Sacó su móvil del bolsillo y en un segundo entró a mi perfil. Giró un poco su móvil hasta enseñarme a lo que se refería.

—¿Te has puesto celosín? —me burlé un poco.

—Pues sí, así que no juegues conmigo, Romero.

—Vale, perdón. Pero que sepas que tienes cero motivos.

—Lo primero que me vino a la cabeza fue que estabas con él y por eso no contestabas —admitió.

Valoraba muchísimo que me lo estuviera diciendo con sinceridad para poder hablarlo.

—Gavi, si estoy contigo es porque quiero estarlo. ¿De verdad te crees que te pondría los cuernos?

Me miró con unos ojos de cachorrito mojado que me llenaron de amor por dentro. Él no se hacía ni una idea de la mitad de lo que le quería.

—Ya se ha despertado la bella durmiente, ¿no Gavi? —apareció mi padre, interrumpiéndonos.

¿Es que ya se conocían en persona?

—¿Os habéis presentado ya? —interrogué confundida.

—Pues claro, si has estado durmiendo toda la mañana —se burló mi novio.

Rodé un poco los ojos y caminamos todos a la cocina, donde estaba mi madre con Carla. Había un par de tostadas en la mesa, tortitas y un zumo de naranja con una pinta buenísima.

Me senté en la mesa con los demás y empecé a desayunar.

—Tati, ¿sabes qué? —comentó mi hermana pequeña mirándome con sus grandes ojos azules.

𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎; pablo gavi.Where stories live. Discover now