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aitana romero
Dejé el bolígrafo en el estuche al notar que Gavi me abrazaba por detrás, rodeando mi cuello con sus brazos.
Como de normal, había estado estudiando casi todo el día, estaba terminando ya los finales así que necesitaba dar el último empujón, aunque el único empujón que quería en ese momento era por la ventana.
Gavi había llegado hace ya un rato de entrenar, así que había venido a verme y al ver que estaba estudiando decidió ir a darse una ducha para dejarme un poco más de tiempo, aunque en realidad necesitaba que estuviera conmigo ahora y que me sacara un rato de todos los apuntes que llevaba leyendo una y otra vez todo el día.
Dejó un beso en mi mejilla y giró la silla para ponernos cara a cara.
—Venga, deja ya eso que estoy seguro de que llevas empollando todo el día —me dio la mano para que me levantara.
—Pues no, ¿pero sabes lo que sí soy? —alcé las esperando su respuesta—, un nominado al Golden Boy.
Abrí la boca con sorpresa mientras que él sonreía, no tarde en abrazarle y empezar a saltar feliz por la noticia. Estaba muy orgullosa de él.
—¡¿Qué dices?! Como esta sea alguna de tus bromas te juro que te mato.
Me miró con ternura, como si fuera una niña pequeña. Entonces sacó de su bolsillo la carta que le habían entregado de su nominación, era cierto, no era un sueño. Me abalancé sobre sus brazos, porque siempre me iba a alegrar por sus logros.
—Ya ves que no es mentira y que en una semana estaremos volando hacia Turín.
—¿Estaremos? —fruncí un poco el ceño.
—Pues claro, ¿pretendes que vaya sin ti? Quiero vivir todo a tu lado, rubia, y más un premio como este —me acarició la mejilla con cariño.
—Es que no sé...
—¿Tienes exámenes?
—Los acabo el lunes ya.
—Pues perfecto, porque es el viernes así que definitivamente vendrás conmigo —sonrió orgulloso.
Pensé en lo que me había dicho. Por supuesto que tenía ganas de ir con él, pero en mi mente solo rondaba todas las especulaciones que se iban a hacer al verme llegar con él a la gala. ¿Qué excusa íbamos a poner esta vez? ¿Que era su acompañante como una buena amiga?
—Deja de pensar tanto en el qué dirán y preocúpate más por lo que quieres hacer tú —dijo leyéndome la mente.
—No estaba pensando en eso —mentí.
—Te conozco bien, Romero. Sabemos que sí —enarcó una ceja.
—Gavi, la gente tampoco es tonta, se terminará enterando al ver que me has llevado como acompañante.
