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Apenas Franco dejó el auto en el estacionamiento frente al hotel, Mateo quedó asombrado por la belleza de la estructura realizada en piedra y madera, típicas de la zona y con techo realizado en tejuelas de alerce. El primero en descender del auto fue Teo que como siempre estaba apurado por entrar al hotel que olvidó de ayudar a sus amigos a bajar el equipaje.

Mientras Teo ya estaba hablando con la recepcionista, desplegando sus dotes de seductor, Franco y Mateo venían renegando con las valijas, mientras subían las escaleras del ingreso.

-¡Teo pusiste piedras adentro de tu valija! -gritaba Franco, mientras trataba de subirlas por las escaleras del ingreso del hotel, haciéndose acreedor de un codazo de parte de Mateo.

-Por favor Franco, no nos hagas quedar mal - le llamó la atención Mateo, mientras el otro ponía cara de yo no fui.

A los pocos minutos de entrar al hotel, Teo venía al encuentro de ambos, con las llaves de la habitación en la mano.

-Estamos en el último piso, nos dieron las habitaciones más grandes.

- Chicos están seguros que vamos a poder pagar todo esto, ¿o terminaremos lavando los platos y limpiando las habitaciones antes de irnos para poder pagar la cuenta? -exclamó Mateo con tono jocoso.-

-No se preocupen - les aseguró Franco -Está todo arreglado, es una invitación de un cliente del negocio de mi padre.

Al llegar al último piso se sorprendieron ya que sólo había tres habitaciones exclusivas para ellos.

-Parece que tendremos tratamiento de primera clase en este hotel -comentó sorprendido Teo.

-Ya les dije que es una invitación del dueño, que es cliente de mi padre -contestó Franco, mientras ingresaba a una de las habitaciones.

Mateo entró a la habitación que le correspondía y quedó gratamente sorprendido.

- No puedo creer lo increíble que es esta vista de lago. Se puede apreciar en todo su esplendor el intenso color azul del lago, las montañas con sus picos cubiertos de nieve, los alerces y arrayanes.

Después de quedarse largo tiempo observando el paisaje decidió darse una ducha, pero no tenía ganas de sacar y acomodar la ropa en el placard.

-No vale la pena hacerlo si solamente nos vamos a quedar solamente tres días -pensó para si mismo mientras buscaba la ropa que iba a ponerse para salir más tarde.

Una vez que estuvo listo pasó por la habitación de cada uno de sus amigos para ver si ellos también lo estaban. Habían quedado en ir al bar del hotel a tomar algo antes de salir a recorrer la ciudad.

Más tarde llegaron al bar ubicado en la planta baja del hotel, el cual tenía una exquisita decoración, en la que se mezclaban la madera con las columnas de piedras, los tapizados de cuero y el hogar a leña. Todo iluminado con bellísimas lámparas de hierro forjado que colgaban del techo y daban al ambiente una luz de color ámbar.

Ellos se habían sentado en una mesa más o menos cercana a la zona de la barra del bar. Ya habían ordenado las bebidas y se encontraban discutiendo que harían más tarde. Fue allí que Mateo miró hacia la barra y vio un hombre que le llamó la atención. Era alto, con el cabello castaño peinado en una cola baja y unos ojos azules impactantes.

-Hey Mateo. ¿Estás de acuerdo con la propuesta de Franco para esta tarde? - Su amigo le llamo la atención y cuando volvió a mirar hacia la barra este hombre ya no estaba.
Una vez que terminaron de tomar sus bebidas decidieron aprovechar el hermoso día soleado para conocer el centro turístico de la ciudad y visitar un par de lugares históricos que estaban recomendados en la cartilla de la misma.

DE REPENTEWhere stories live. Discover now