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El atardecer había sido apacible. La calidez del sol los había envuelto a ambos suavemente. Pasaron las horas allí uno junto al otro sintiendo que el amor los unía una vez más. La quietud del lugar, el aroma de los pinos, la vista de las montañas lejanas con sus picos con un poco de nieve y el hermoso color azul del lago, eran el marco perfecto del momento que estaban disfrutando juntos.

Cuando el sol les dio su último adiós con sus rayos de color naranja en el horizonte, Eduardo decidió que ya era hora de volver a la cabaña. Si bien Xavier estaba cubierto por una ligera manta era mejor que no tomara frío.

Una vez dentro de la cabaña y ya habiendo colocado a Xavier en el sillón con varios almohadones para que estuviese lo más cómodo posible, fue hacia la cocina. Allí Roxy le había dejado lista en la heladera la comida preferida de Xavier. Sabía que eso le gustaría a él. Pero primero tenía otra sorpresa para su amado.
Eduardo se dirigió nuevamente a la sala para encender la chimenea. Si bien estaban en otoño y no hacía demasiado frío era mejor que el ambiente estuviese cálido, sobre todo por la salud de Xavier. Las luces tenues de las lámparas de la sala le daban un toque sutil de calidez e intimidad a la habitación y las pequeñas llamas de los leños que ardían en la chimenea jugaban a dibujar sombras que bailaban al ritmo de su crepitar.

-Ahora antes de la cena pues nos vamos a bañar. - dijo Eduardo mientras lo tomaba entre sus brazos para llevarlo al baño. Al entrar allí exclamó - ¡pero que bueno! Mira como han preparado el baño para nosotros. Aquí hay unos hermosos globos de colores atados a una pequeña canasta. ¡Está genial! Te parece si usamos este shampoo de manzana. Huele bien rico - comentó al mismo tiempo que le quitaba la tapa para sentir el perfume.
Eduardo pacientemente lo ubicó sobre la silla colocada debajo de la ducha y le quitó la ropa. Luego de quitó la suya y abrió el agua caliente tomó el shampoo colocándolo sobre el cabello de Xavier. Luego de lavar su cabello tomó la esponja para terminar su baño. El perfume del jabón liquido de baño era muy relajante ya que Xavier parecía estar muy a gusto bajo la ducha porque podía notar que se lo veía más distendido.
Finalizado el baño lo envolvió en una suave bata de baño para llevarlo a la habitación para secar su cuerpo y vestirlo.

Mientras se ocupaba de colocar la última prenda a Xavier le vino a la mente la primera vez que lo había visto en el aula de clases de la facultad de medicina.
Xavier era un par de años mayor que él. Había comenzado la facultad un poco más tarde de lo normal debido a problemas económicos que no le permitían pagar sus estudios. Sin embargo gracias a qué había conseguido un buen trabajo pudo permitirse un par de años después comenzar lo que más añoraba en su vida: seguir la carrera de medicina.

La primera vez que Eduardo lo vio en el patio de la facultad quedó fascinado por Xavier. Se veía tan atractivo con muchas chicas que le rondaban alrededor.
Eduardo a medida que transcurría el tiempo se sentía más atraído por él; no obstante nunca habían intercambiado ni siquiera dos palabras. Pero todo cambió algunos meses después cuando tuvieron que hacer una práctica en el laboratorio de química.

Ese día cuando todos tenían pareja para realizar el experimento solicitado en el laboratorio Eduardo estaba solo pero la suerte lo ayudó ya que ese día Xavier llegó tarde a clases y en consecuencia tuvo que formar pareja con Eduardo para realizarlo, y que por otra parte salió mal, ya que mezclaron en el orden invertido los ácidos y explotó el recipiente del experimento. Por suerte sólo fue una explosión pequeña, nadie salió herido. Ese día Xavier no paraba de reírse por el resultado de su mezcla, mientras que Eduardo al ver su forma de ser tan simple y natural se dio cuenta que se estaba enamorando de él sin conocerlo totalmente.

Ya era hora de la cena por lo que Eduardo había tomado la comida que estaba en la heladera para calentar en el microondas.
Trató de quitar de su mente toda la angustia que le producía ésta situación pero no pudo. Afirmó sus manos sobre la mesada de mármol de la cocina y apretó fuerte, no quería llorar pero era imposible. Poner buena cara, sonreír frente a Xavier para que no se diera cuenta de lo mucho que lo afectaba su condición era un esfuerzo que hacía día a día.

DE REPENTEKde žijí příběhy. Začni objevovat