MY PRINCE [TAEKOOK]

LXIX.

JUNGKOOK

Me quedé un largo tiempo tendido sobre la cama observando el techo y con la mente vacía de casi cualquier pensamiento, me mantuve así con los sonidos de guerra a la distancia y fue solo hasta que el sonido de un cañonazo no muy lejos de la tienda me exaltó que pude finalmente regresar al presente.

Pero fue muy doloroso, porque inmediatamente comencé a recordarlo todo. Recibí un golpe en el estómago estando en cinta y de un momento a otro he perdido al niño que yo ya imaginaba en mis brazos, el hijo de Taehyung y mío. No me asomaría de nuevo a ver la sangre, no podía verlo y saber que mi bebé se ha ido de tal forma. Y Taehyung debía pensar que los dos hemos muerto, pero yo sigo vivo y marcado por Ahl Om.

Preferiría estar muerto antes que tener que dejar que Taehyung se entere de esto.

Y entonces pensé. Realmente, ¿no sería mejor haber muerto de verdad? En esta posición, cautivo y bajo el control de Ahl Om, condenado a vivir como su luna a la fuerza, sin importar si Hila y Akala ganaban o no esta guerra yo ya no tendría ningún papel deseable en estas naciones, ni mucho menos en la vida de Taehyung. Nuestro matrimonio quedaba anulado después de esto. No seríamos familia ni hoy ni jamás. No podría ver a mi familia de Akala nunca más.

No quiero esta vida, no la quiero ni un poquito. No sé qué voy a hacer.

Estaba llorando, comencé a sentir un mareo fuerte y una fiebre repentina proveniente de un calor sobre la mordida que se extendía por mi espalda y mi cabeza y sentía ganas de vomitar, me incorporé y salí de la cama, que apestaba a Ahl Om por todos lados.

¿Por qué, dioses, por qué?

Se suponía que regresaría a Hila para formar mi familia con Taehyung, seríamos los gobernantes del reino y nuestros hijos los pequeños príncipes y princesas. Se suponía que seríamos felices juntos, tan feliz como siempre soñé junto a la persona que más amo. Ahora no me queda nada.

Tanteé dentro del abrigo y saqué de este el pequeño frasco lleno de veneno, la aguja que había intentado usar estaba tirada en alguna esquina en el suelo, ahora prácticamente imposible de encontrar, al menos a tiempo. Y cuando Ahl Om tenga el tiempo se asegurará de despojarme de cualquier objeto sospechoso después de intentar matarlo. Aún si consiguiese continuar mi plan, ¿qué sentido tendría? No puedo regresar a ningún lado así. Cualquier valor, cualquier honor, los he perdido y fuera de este campamento no seré nadie.

Perdón, perdón, perdónenme.

Destapé el frasquito y me bebí el veneno de un solo largo trago y me doblé de inmediato para toser con arcadas, aunque no vomité, el asco y la sensación que me provocó fue imposible de explicar. Continué llorando.

—Dioses, lo siento, lo siento— dije bañado en lágrimas y me recosté en el suelo de la tienda.

Quiero morir. Quiero morirme. No sé qué hacer.