III. ALAS QUEBRANTADAS.

3 0 0
                                    


Existía un mundo, un planeta en las orillas de la galaxia, orbitaba alrededor de dos estrellas agonizantes, su atmósfera era estable y su clima cálido, en este mundo habitaban seres de gran inteligencia, elocuencia y sabiduría, eran seres terrenales, pero su percepción del espacio tiempo les había valido de las bendiciones del cielo, estaban entre los principales mundos protegidos por la ciudad celestial.

Pero ahora, ese mundo ardía en llamas, ese mundo estaba siendo devastado por las tropas de Lucifer que avanzaban monstruosamente sobre sus planicies y llanuras, eran un pueblo pacífico, pero sus sistemas de defensa eran increíblemente avanzados, a pesar de su gran poder a las fuerzas infernales les tomo muchos soldados ingresar a la superficie del planeta.

La gran nave imperial, de forma triangular y con enormes ventanales oscuros en su zona frontal, descendió lentamente ante el palacio del rey de ese mundo, se abrió una escotilla con un sonido silbante dejando escapar un par de emanaciones de vapor; dos demonios de piel roja, cascos de cobre redondos y una armadura básica que solo cubría el peto, salieron con sendas lanzas de energía, se posicionaron uno a cada lado de la escotilla y entonces apareció él.

El emperador del infierno salió de la escotilla, estaba presente en su temerosa forma demoniaca, midiendo casi los tres meses, su piel grisácea y ceniza, parecía que magma fluía entre sus venas y arterias, cubriendo su cuerpo, una larga capa negra que arrastraba al suelo y la cual protegía su espalda y tronco, pero que permitía la exposición de sus grandes y majestuosas alas membranosas.

A una señal del emperador dos de sus guerreros trajeron a rastras a un ser alto de cabello largo y blanco, su indumentaria consistía en una túnica blanca cerrada con hilos dorados en las orillas, lo arrojaron a sus pies, uno de los demonios soldados le pateo el rostro, esa acción le valió ser incinerado por Lucifer solo con la mirada.

- Levántalo- indico al otro soldado con voz potente e intimidante, el demonio se apresuro a hacerlo con miedo en los ojos.

El emperador se acerco al ser lentamente y retiro los cabellos de su cara, noto que los ojos eran dorados.

- No tolero esa actitud en mis tropas, después de todo, majestad, no está bien humillar a un enemigo vencido.

- Su excelencia, habría deseado su visita en otras condiciones.

- Sus tropas han sido sometidas, su población civil fue reubicada, tratamos de ingresar a su mundo con las bajas mínimas en sus filas.

- Agradezco que no hayan atacado a los no combatientes, ellos solo tuvieron la mala suerte de estar en medio del ataque.

- Debo elogiar su sistema de defensa, fue difícil pasar hasta aquí.

- El reconocimiento es para mis hombres detrás de esas armas, no para mí. Pero dígame excelencia ¿Qué hace aquí?

- La ocupación de su mundo no es una coincidencia, es sabido por miles en la galaxia que la protección de los celestiales no es solo por benevolencia, ustedes tienen una herramienta, una herramienta que yo necesito.

Los ojos de su majestad brillaron con más intensidad, estaba asustado.

- Excelencia, debo decirle que no se a que se refiere.

- No confunda mi amabilidad con ingenuidad su alteza, no habría expuesto mis tropas y mi posición a los seres del cielo de no saber lo que hay en este mundo y necesito que usted me lo de.

- No lo hare.

Por toda respuesta, el emperador arrojo una minúscula esfera de energía roja de la punta de su dedo meñique, esta se dirigió a increíble velocidad hacia los civiles y causo una enorme explosión.

EL ANGEL. LOS CABALLEROS CELESTIALES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora