REINOS AL BORDE.

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El consejo celestial estaba en situación delicada, habían perdido la zona planetaria que, durante siglos, había resguardado la espada de Ariel y la cual ahora estaba en posesión de Lucifer.

- Tenemos suerte de que los demonios no puedan tocar armas celestiales, pero estamos hablando de Lucifer, él fue su aprendiz y encontrará la forma de hacerlo.

La cámara del consejo estallo en gritos y pánico, pero uno de los serafines se abrió paso entre el resto de concejales.

- Lucifer es nuestro más grande enemigo, eso es cierto, pero no hay que olvidar que fueron nuestros propios métodos lo que orillaron, al que una vez fue uno de nuestros mejores guerreros a ser quien es ahora. Él comanda la segunda fuerza militar estelar más grande del universo y cada días más y más mundos se le unen.

- ¿A qué viene todo esto excelencia?- pregunto uno de los ángeles Tronos, ataviado con una túnica roja y gorro negro.

- Lucifer aun respeta la vida y no usara el arma de Ariel si no lo obligamos a hacerlo, lo que debemos hacer ahora es fortificar nuestras defensas y hacernos a la tarea de buscar el resto de las reliquias de los caballeros celestiales.

Las reliquias celestiales, siete artefactos por siete antiguos caballeros divinos, los siete primeros arcángeles materializados por el Gran Creador antes de la existencia de Eloah; aunque estos antiguos seres fueron eliminados, gran parte de su poder permaneció en siete objetos, estos fueron la espada de Ariel, el báculo de Metatron, la argolla de Azrael, el cáliz de Zadquiel, la lanza de Gamaliel, el escudo de Jofiel y el monóculo de de Samuel; estas reliquias fueron esparcidas por el universo por el mismo Eloah y solo un ser tenía conocimiento de sus ubicaciones, el arcángel Rafael, a quien le fue confiado el secreto de las reliquias celestiales gracias al carácter pacifista que lo caracterizaba, pero Rafael se encontraba en un profundo coma junto a sus hermanos y nadie sabía cuando despertaría.

Según la leyenda, quien logre reunir las siete reliquias, despertara la ira de los caballeros celestiales y con ello el fin del universo, las reliquias eran en realidad un arma de destrucción masiva.

Cuando el serafín termino su exposición, todos en la cámara del consejo estallaron en jubilo y aplausos, él se retiro con una sonrisa y el tono de sus ojos dorados cambio a purpura, se trataba en realidad de un demonio.

Los demonios habían logrado infiltrar a uno de los suyos en el consejo, este demonio había sustituido a uno de los máximos serafines de la cámara, por ese motivo, su iniciativa de buscar las reliquias fue bien recibida. Claro, no solo los demonios infiltraron a su gente, el infierno también había sido vulnerado y se desconocía cuantos ángeles podrían estar ocultos en las filas del infierno.

Las tensiones eran tan grandes que en cualquier momento uno de los dos reinos atacaría a pesar de la alianza temporal que dos de sus grandes guerreros habían forjado. Era una extraña alianza, ya que Guerra había liquidado al anterior Astaroth y ahora estaba trabajando junto a una nueva encarnación más poderosa y peligrosa, pero era obvio que de esta alianza, ambos habrían de conseguir algo. Con ello, el cielo y el infierno estaban expuestos el uno al otro, por el momento se encontraban en la misma posición en el gran tablero.

El emperador estaba preocupado por la situación en la tierra, Ammón había dado problemas en el pasado y aunque fue vencido en ese entonces y sabía que lo seria nuevamente, le incomodaba que su aprendiz se retrasara en eliminarlo.

- Deberíamos enviar a alguien más poderoso- menciono Sataneil, el máximo consejero del emperador.

- No, Antonio se encargara, puede con esto, vi su poder de primera mano y esta batalla le ayudara a hacerse más fuerte.

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⏰ Última actualización: Aug 18, 2023 ⏰

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