7. EXCUSA INELUDIBLE

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Ner consideraba que en sus años como policía se había topado varias veces con situaciones insólitas, extrañas y que no concebía que tuvieran lugar en pleno siglo XXI. Aun así, el hecho de que Devon fuese un joven de veintidós años capaz de vivir sin televisión, móvil ni wifi la había desconcertado.

No se explicaba cómo alguien que tampoco leía ni aparentaba tener una afición podía vivir desconectado del mundo digital. Así que, después de que Devon la tachara a ella de ser una obsesa de Internet por haberse ofuscado tanto al descubrirlo, acudió sin pensárselo a solicitar un router y un móvil para el chico. Para su tranquilidad mental, prefería que su nuevo compañero de piso pudiese comunicarse con ella desde cualquier lugar, ya arreglaría con él después el tema del pago.

Mientras ella hacía las compras, Devon se quedó para iniciar la limpieza. Estaba convencida de que, cuando regresara, la casa continuaría igual, pero al cruzar el recibidor sintió que se había equivocado de piso.

El olor del salón era limpio y fresco, el suelo estaba brillante y casi todas las ventanas habían recuperado su transparencia, con lo que la estancia aparentaba ser mucho más luminosa. Inspiró para embriagarse con el nuevo aroma que en nada se parecía al que tenía el día en que pisó la casa.

Dejó las bolsas en la cocina y regresó al salón, donde Devon seguía limpiando las ventanas, con la música del mp4 a tanta potencia que podía escucharla. Le sujetó con suavidad el antebrazo para llamar su atención.

«Qué limpio está esto. Me parece que me tocará vivir aquí mucho tiempo y yo sin trabajo. Necesito encontrar a mi madre».

—¡Suéltame! —gritó Devon y se separó tan bruscamente de Ner que la asustó. Cuando reparó en su reacción, sonrió avergonzado—. ¡Menudo susto! A la próxima llámame o algo, no me sujetes así, de repente.

—Oh, vamos, no seas cobarde... Además, con la música a ese volumen no me habrías escuchado —opinó. Aun lejos de los auriculares, Ner podía distinguir con claridad hasta la última nota—. Anda, vamos, ayúdame a colocar las cosas en la cocina que tú sabrás mejor cómo organizarla. La verdad es que no esperaba que fueses tan eficiente con la limpieza —reconoció admirada—. ¡Has avanzado rápido y está impecable!

Devon se irguió, ofendido, y adelantó a Ner a paso rápido para llegar antes que ella a la cocina.

—Te recuerdo, encanto, que estuve trabajando como criado interno limpiando una casa.

Ner lo señaló varias veces con la mano.

—Eso no me lo estás recordando, me lo estás diciendo por primera vez —lo contrarió. Si era cierto, jamás en la vida lo habría predicho. En primer lugar, porque había visto en qué condiciones vivía y, en segundo lugar, porque no habría dicho que se dedicara a la limpieza por cómo llevaba de arreglado el pelo, las uñas e incluso el cutis—. Hasta donde yo sabía, eras camarero.

—Eso fue mientras trabajé para la mafia; cuando por fin escapé conseguí ese otro trabajo que, la verdad, me gustaba mucho. ¡Pedazo mansión! Tenía varias plantas, jardín, piscina, casa para criados... Es donde estuve viviendo durante este último año, hasta hace un mes—contó con un atisbo de melancolía.

—¿Cómo es que ya no trabajas allí? ¿Te... te despidieron? —preguntó Ner con cautela al ver lo mustio que se había quedado al mencionarlo. Optó por ahorrarse el comentario de si, tras vivir independiente durante un mes, no le había dado tiempo a limpiar su propia casa.

—Digamos que tuve una pequeña... ¿Para qué has comprado un cerrojo? —preguntó extrañado al encontrar el objeto en el interior de una de las bolsas—. Ner, créeme, en un mes serás tú quien quiera colarse en mi habitación, no hace falta que le pongas un cierre a la tuya—añadió en tono seductor.

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⏰ Last updated: May 02, 2023 ⏰

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El Dragón de los SuburbiosWhere stories live. Discover now