Capítulo 10

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Pero… ¿qué rayos?

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Pero… ¿qué rayos?

Por alguna razón, mi corazón empieza a latir más rápido cuando leo la nota por segunda vez, con la esperanza de hallarle sentido al mensaje, sin embargo, eso no sucede y durante varios segundos, no logro reaccionar, sino que sólo me quedo parada en mi lugar, con mis manos temblando de forma leve y mis ojos fijos en esa extraña tarjeta.

Nada tiene sentido en éste momento. ¿Por qué las flores? ¿Por qué la nota? ¿Qué significa ese mensaje? O aún peor…

¿Quién las envió?

Trago saliva con temor y fijo mi vista en el “supuesto” obsequio. Mi mente se encarga de formular miles de teorías sobre el porqué esas flores acabaron aquí, cada una peor que la anterior, lo cual sólo hace que mi respiración se irregularice cada vez más. Es como si el aire se quedara atrapado en mi pecho y eso sólo puede significar una cosa…

Algo muy malo está por ocurrir.

Inhalo y exhalo un par de veces, antes de tomar las flores y caminar hasta el bote de basura, con la intención de botarlas. Seguro fue una mala broma de alguno de los vecinos. Quizás intentaban asustarme por ser la única que no se mete en chismes y problemas, como ellos. Eso debe ser, no encuentro otra explicación lógica.

A punto de tirarlas, mi conciencia me lo impide. Son unas flores preciosas y raras, sobretodo porque, en ésta época, no se consiguen con facilidad. Ellas no tienen la culpa de las intenciones de su comprador, por lo tanto, me siento incapaz de desquitarme con ellas.

Suspiro y vuelvo a dejarlas donde estaban antes. No creo que sea para tanto, digo… ¿por qué amargarme el día por una estupidez como ésta? Sólo debo tranquilizarme y seguir mi día como lo estaba haciendo hasta hace unos minutos, ¿no?

Decidida a hacer eso, regreso a mi habitación y me quedo viendo una película infantil, con la intención de sacarme éste tema de la cabeza. No puedo evitar reír al ver como Drácula hace todo lo posible por convertir a Dennis en vampiro. ¿Es que acaso es tan difícil para nuestra sociedad aceptar a los demás como son, sin importar que sean diferentes a lo que estamos acostumbrados?

Sin embargo, la sonrisa se me borra del rostro al recordar la nota, sobretodo cuando la palabra «víctima» regresa a mi memoria de golpe.

No puedo quedarme aquí por mucho tiempo más. Si lo hago, lo más probable es que siga dándole vueltas al asunto, por lo tanto, mi única opción es alejarme de éste sitio, al menos, por un rato.

Me levanto de un salto y, tras tomar mi bolso, abandono la habitación. En mi camino hacia la puerta, vuelvo a ver el arreglo de flores y la intranquilidad se instala en mi pecho por segunda vez, razón por la cual elijo ignorarlas y me encamino hacia la salida.

Una vez que estoy en la calle, no puedo evitar sonreír con amplitud al respirar el aire fresco del exterior. Estar todo el día en casa, puede llegar a ser muy… “asfixiante”, por lo que estos paseos, me hacen sentir invencible y que soy capaz de hacer cualquier cosa por mí misma.

El Asesino Arcoíris © || COMPLETAWhere stories live. Discover now