Capítulo 21

8 8 2
                                    

Maratón 4/6

«Todo terminará después de mañana…»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«Todo terminará después de mañana…»

Abro mis ojos con mucha lentitud y, por millonésima vez, lo primero que aparece en mi campo de visión, es ese aburrido y desgastado techo gris que me ha cubierto los últimos… ¿días? ¿Semanas? ¿Cuánto tiempo ha pasado en realidad?

Varios segundos transcurren antes que mi cerebro empiece a despertar de la somnolencia y nuevos pensamientos se hagan presentes. Para empezar, ¿en qué momento me quedé dormida? Recuerdo que ni siquiera podía dormir debido al miedo, entonces ¿cómo fue que logré hacerlo? ¿Acaso el cansancio fue tanto que, al final, mi cuerpo no lo resistió más y cedió? O aún peor, ¿por qué no logro recordarlo? ¿Qué fue lo que pasó?

Intento hacer memoria y es justo en ese instante cuando todas las imágenes regresan a mí, de golpe, mostrándome todo lo que sucedió antes de caer inconsciente. La tétrica sonrisa de Connor sigue grabada en mi memoria y me produce un escalofrío al recordarla, sobretodo porque su imagen fue la última que vi, antes de que sacara la aguja de mi brazo y yo me quedara dormida de repente.

Maldigo la hora en la que su madre los obligó a tomar ese curso de primeros auxilios. Supongo que ahí aprendió a inyectar. Por cierto, ¿en dónde está?

Miro hacia todos lados, confundida, pero no lo veo por ninguna parte. Qué extraño, ¿a dónde habrá ido? ¿Y hace cuánto que estoy sola? Quiero imaginar un número exacto que responda esa pregunta, pero no puedo confiarme de mis propios cálculos, ¿cómo voy a saber cuánto tiempo ha pasado, si casi siempre he estado inconsciente?

Suspiro con desgano al entender mi realidad. Dios… he estado inconsciente por tanto tiempo que ni sé cuántos días de mi vida he perdido ya; tampoco sé cuánto llevo en éste oscuro y viejo cuarto ni hace cuánto comí por última vez. Lo único que sí sé, es que mis esperanzas de salir de aquí, con vida, son cada vez menos, al punto en el que bien podrían pasar por “inexistentes”.

Mi vista se desvía hacia la ventana y lo que llama mi atención, es la intensidad con la que el sol brilla, indicándome que ya es de mañana, quizás como las nueve o diez. Eso quiere decir que han pasado por lo menos ocho horas, ocho horas desde la última vez que lo vi a él.

Y como si lo hubiera invocado, la puerta se abre, dándole paso a ese ser que, en poco tiempo, ha logrado convertirse en el protagonista de mis peores pesadillas.

Pego un brinco al escuchar como azota la puerta con más fuerza de la necesaria. Creo que no se ha dado cuenta de que ya estoy despierta y su intención era esa, sacarme del profundo sueño en el que él mismo me metió cuando me sedó, ésta vez, usando una inyección. ¿Por qué lo hace? ¿Cuál es su manía con tenerme drogada?

—Buen día, Ali, ¿dormiste bien? —pregunta, con una sonrisa plasmada en el rostro.

En todo éste tiempo, ni siquiera hice el amago de levantarme del colchón, pues mis energías ya no daban para más, sin embargo, el verlo ahí, a pocos pasos de mí, me obliga a esforzarme e intentarlo. Grave error, mis brazos ni siquiera soportan mi propio peso y al final, termino con el cuerpo recostado sobre la pared, incapaz de mantenerme derecha por más de dos segundos, al menos, no sin ayuda de algo que me sirva de soporte.

El Asesino Arcoíris © || COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora