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A medida que los días transcurrían, las cosas mejoraban, pero Jungkook tenía más miedo del que nunca tuvo.

Miedo de sus sentimientos, miedo de como éstos crecían al pasar los minutos. Cada vez que veía a Jimin su pecho entraba en un divino calor, cada vez que Jimin lo besaba todo se sentía tan correcto. Pero también estaba Sana, ella le había llamado todos los días como prometió hacerlo. Incontables veces Jungkook abrió la boca para confesar, sólo no pudo.

Ahora, se dirigía al aeropuerto a recoger a su novia. Esta vez estaba dispuesto a hablar y hacerle frente a sus problemas. Ya no quería ver la decepción en los ojos de Jimin cada vez que preguntaba si Sana y él habían terminado.

Le gustaba Jimin, quería a Jimin, estaba enamorado de Jimin. Se quedaría con Jimin sin importar qué. Pero no solo estaba dañando a Sana, sino también a Jimin. Y justamente a sí mismo.

Sana lo esperaba sentada en una banca cuando Jungkook aparcó en la calle. La chica tomó su maleta y abrió la puerta de la furgoneta con una sonrisa.

-Te extrañé. - dijo abrazándose al cuello de Jungkook y plantando un estruendoso beso en su mejilla.

-También te extrañé. —murmuró Jungkook. -¿Nos vamos? Tengo que pasar al supermercado a comprar lo de la semana.

-¡Si, claro! -se veía mucho más feliz que de costumbre. Jungkook arrancó y se unió a la fila de tráfico.

-¿Cómo está tu madre? -preguntó viendo por el retrovisor.

-Oh, ella está bien. Aún sigue recuperándose. -contestó.

Se quedaron en silencio, sin nada que decir, como dos completos desconocidos. Cuando lograron salir de la fila de tráfico Jungkook condujo directo al supermercado. En su mente iba ideando un plan y escogiendo las palabras correctas para enfrentar a Sana.

Aparcó en el estacionamiento e hizo una seña a Sana para que lo acompañara. Juntos entraron en un incómodo silencio anormal, se dirigieron a la sección de frutas verdes.

-Entonces... -Sana pesó una manzana con su mano. -¿Qué hiciste mientras yo no estuve?

Jungkook fingió concentrarse en las uvas y vio de reojo a la chica.

-Nada importante. -mintió. Porque todo lo que hizo con Jimin fue importante, cada segundo a su lado era tan valioso como el oro. Cada beso y cada caricia que compartieron, todo eso era importante.

-Ya veo. -murmuró agarrando a Jungkook del antebrazo y viéndolo de frente. -Te compré algo.

-¿Ah, si? -Jungkook sonrió un poco.

-Ten. -sacó una cadena plateada de su bolsillo y la dejó en la palma de la mano de Jungkook. -Es un collar de promesa. -dijo con un liviano brillo en sus ojos.

Jungkook la miró con sorpresa y culpabilidad. Dudó un momento en decirle pero ya era demasiado, no iba a permitir que el tiempo corriera junto con él por ser un cobarde. Era ahora o nunca.

Suspiró y tomó aire como si éste fuese el valor que necesitaba.

-No puedo aceptarlo. - dijo con decisión. -Yo he cometido muchos errores durante un buen tiempo, no es correcto para ti. Sana enserio lo lamento.

Ella lo vio con confusión, la chispa en sus ojos se esfumó lentamente.

-¿De qué hablas? Ambos hemos cometido errores, dijiste que estábamos bien. Esto. -señaló el collar. -Es una prueba de lo mucho que te quiero. -lo abrazó y se puso de puntillas para besar sus labios.

Jungkook no se alejó hasta que un carraspeo llamó su atención y los hizo alejarse. Las mejillas del rizado ardieron de vergüenza y lamento al ver a Jimin frente a ellos. No pudo verlo a la cara, no fue capaz.

Colapso - JikookWhere stories live. Discover now