Capítulo 8 ''El regalo''

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Juwon

Mi cuerpo se siente pesado, me estiro en la cama para comenzar con el día haciendo ejercicio como acostumbro hacer todas las mañanas, hoy tengo guardia en la tarde y realmente lo agradezco porque la fiesta de ayer terminó cerca de las cuatro de la mañana. Me levanto para abrir las cortinas dejando ver un sol reluciente calentando mi abdomen desnudo, meto las manos en la pantaloneta que llevo puesta para dejar que los rayos de sol choquen con mi piel por un momento.

Apenas pude dormir dos horas, no dejaba de pensar en Suk Ji y lo bien que le pasaron los años, se veía más varonil, su espalda ancha, su piel blanca sin exagerar, sus labios húmedos en todo momento, el aroma que emanaba su cuerpo era adictivo, su cabello un poco peinado dejando ver toda su frente, es que es tan perfecto que no logro comprender como pude no llevármelo a una habitación de la casa y hacerlo mío como siempre he querido hacerlo.

Mi celular vibra en la mesita de noche sacándome de mis pensamientos, recojo el celular observando el mensaje de Jimin diciendo lo aburrido y cansado que está luego de su guardia. Miro la hora que marca las diez de la mañana, bostezo por el sueño y pequeñas lágrimas salen por mis ojos, dejo el celular y decido bajar hacer ejercicio.

No me pongo una camiseta que cubra mi pecho, toda mi vida he caminado así por la casa, salgo de la habitación dando un vistazo a la puerta de la recamara de Suk Ji, no sé si durmió aquí, aunque lo dudo porque vino con su amigo, también me dijo que regresó hace unos días lo que significa que se quedó en otro lugar. Bajo las gradas con mi estómago gruñendo y una sed insoportable.

—Buenos días nana —saludo a la mujer que me ha cuidado luego de la muerte de mi madre.

—Buenos días mi niño —Acabo de cumplir 33 años y su forma de tratarme sigue siendo igual, no me desagrada, todo lo contrario, me hace sentir que sigo siendo el chico de antes —. Ayer no pude felicitarte —se acerca y me envuelve en sus brazos, me inclino para que lo haga. Luego de que mi madre falleciera ella se ha hecho cargo de nosotros, pero más de mi cuando Suk Ji se fue. Se siente tan bien tener un abrazo que se acerca a lo maternal —. No importa que tengas 33 años, sigues siendo mi niño —dice antes de separarnos.

—Lo sé nana —le sonrío.

—En la nevera está la ensalada.

—¿Está Suk Ji aquí? —pregunto sin notar la desesperación de mi voz.

—No lo sé mi niño, en la noche se despidió, pero no lo vi irse —explica —. En cambio, no vi su auto en el garaje de la casa.

—Gracias nana —intento volver a sonreírle.

—Por eso amo más a tu hermano porque para él yo soy su abuela —me molesta, siempre que tiene la oportunidad se burla por como la llamo, para Suk Ji es su abuela porque no conoció a ninguno de nuestros abuelos, sin embargo, yo si llegué a conocer a mis abuelos por parte de mi madre.

—Suk Ji siempre va a ser tu favorito.

—Me gusta que lo tengas claro —muestra su rostro feliz arrugando más su rostro.

—Pero quién te ama más soy yo y eso no va a cambiar —le dejo un beso en la mejilla y salgo corriendo antes de que pueda darme con el palo de la escoba que lleva en sus manos para hacer la limpieza. A pesar de que tenemos personal para que lo hagan, ella se sigue empeñando en ayudar en las labores, he tratado de mil maneras que deje de hacerlo por su edad, pero no he tenido ningún resultado y ya me rendí con esa señora.

Entro en la cocina sin mirar quién está aquí, voy directo a la nevera para tomar un poco de agua fría, siento mi garganta refrescarse, se siente tan bien cuando el agua pasa refrescando mi sed. Termino toda el agua de la botella y me siento satisfecho, saco el plato que contiene la ensalada, agrego un poco de limón hasta que escucho esa voz que me deja estático.

Seducción [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora