Capítulo VIII: Conjunto de estrellas

1.4K 207 98
                                    

Ver aquella sonrisa brillando de nuevo, era un gran alivio para Sergio. Tras una carrera un poco tediosa, ambos pilotos se encontraban en un estado de frustración que rebasaba los límites, era obvio que necesitaban desahogarse de alguna manera, quitarse esa presión de encima; Lewis la de tener un coche poco competitivo y acostumbrarse a tener un desempeño medio después de una larga época en donde obtuvo títulos y, por su parte, Checo, la de sentirse invisible y poco valorado en su equipo, de sentirse como un segundón, de no dar todo lo que él sabe que es capaz de dar...

—Un restaurante italiano y vegano, ¿Es que acaso me has espiado? —una voz con acento inglés lo sacó de su pequeño trance, la expresión plantada en el rostro de Lewis era de suma emoción.

El británico quedó maravillado apenas pisó aquel lugar junto a Sergio, quien le había insistido en reunirse después de la carrera para "compensarle lo del viaje", aunque no necesariamente era eso, de hecho, era porque quería verlo de nuevo, estar con él a solas y poder compartir de su tiempo con el hombre de Mercedes; le fascinaba la comodidad que le hacía sentir con su presencia y poco a poco empezaba a acostumbrarse a esa agradable sensación de tenerlo a su lado, cada vez tenía la necesidad de más, pero entendía que había un límite para todo.

—No eres el único detallista aquí, Lew —le dijo tras unos segundos.

Recibió una sonrisa como repuesta y observó cómo el piloto de Mercedes ocupaba una mesa. Las personas a sus alrededores los miraban e incluso los saludaban, pero por suerte nada más allá de eso.

Lewis no pudo quitar su mirada del hombre de Red Bull, el cual no tardó mucho en hacerle compañía en la mesa. Los ojos del moreno se fijaron en el rostro de Sergio de manera tan expectante, que apenas y parpadeaba, se encontraba enternecido ante la imagen que tenía en frente; como contando una a una las numerosas pecas que decoraban el rostro del mexicano, le parecían muy atractivas y delicadas, llegando al punto de hacer lucir a Checo mucho más joven.

Aunque compararlo con una constelación era algo extremadamente cliché, Lewis lo hizo, visualizó aquellas pecas como un fascinante conjunto de estrellas titilantes y únicas, tan únicas de Sergio que, a este punto, era capaz de reconocerlas en cualquier sitio al que fuera. Le parecía algo lindo, al menos en ese preciso momento.

El silencio predominó entre ambos pilotos por el estado de ensimismamiento en el que se encontraban, hasta que una persona encargada de tomar la ordenes, los hizo volver a la realidad. Pidieron lo que comerían y nuevamente iniciaron esa indescifrable guerra de miradas que habían acostumbrado a tener, Sergio miraba dudoso a Lewis, sin entender porqué estaba tan callado, después de haberle hablado durante todo el camino hasta el restaurante. Resultaba ser algo extraño y hasta cierto punto incómodo, lo cual poco a poco fue generándole una especie de ansiedad por no entender lo que le sucedía al hombre frente a él.

Inconscientemente Hamilton elevó una de sus manos, llevándola hasta el rostro del mexicano y empezó a tocar de manera suave la delicada zona de su rostro, en donde resaltaban sus pecas. Sintió la piel del latino muy suave, movió su dedo de un lado a otro sin quitarle la mirada de encima. Parecía que los dos estaban en una especie de burbuja que nadie era capaz de destruir.

Los ojos cafés de Sergio empezaron a brillar de manera muy resplandeciente, entreabrió levemente sus labios, mientras tragaba grueso y sentía que los latidos de su corazón se aceleraban. Por un momento se sintió muy apartado de la realidad, siendo incapaz de entender lo que estaba sucediendo.

Lewis fue bajando sus dedos, hasta tocar los rosados labios del contrario, riéndose ante la expresión que Sergio tenía en ese momento.

—Tienes la piel muy suave —halagó, sin dejar de sonreír —. Y muchas pecas...Es lindo.

MagneticWhere stories live. Discover now