Capítulo XI: Silencio ruidoso

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La enorme habitación se había tornado silenciosa, los hombres presentes no hacían nada más que mirarse a los ojos y sonreírse con cierta complicidad. Lewis puso sus manos sobre los hombros de Sergio, acercándose a él algunos pasos, lo cual le permitió percibir el sube y baja lento del pecho del mexicano, además de los acelerados latidos de su corazón.

Quizás se habían unido por obra y gracia del destino, ¿Pero cómo podían darle el crédito a algo tan abstracto como eso? Siempre se atrajeron, desde el segundo uno, pero ninguno de los dos supo cómo actuar con esa extraña conexión, entonces la tornaron una especie de 'enemistad' que era de lo que todos habían estado hablando durante los últimos años, pero en el fondo, muy en el fondo, los dos siempre quisieron conocerse aún más de lo que lo hacían y el momento había llegado. Eran los afortunados en esta ocasión.

El silencio era tan ruidoso para los dos, que no tenían la necesidad de decir nada más, o al menos, no se les ocurría qué decirse el uno al otro. La ausencia de palabras otorgaba un tipo de respuesta que los dos siempre estuvieron buscando, que estuvieron anhelando por tanto tiempo. Ahora Sergio se reía al recordar las voces de sus amigos diciéndole que sus maneras de ligar eran negligentes, pero, sí de verdad hubiesen sido ineficientes, ¿Por qué tenía a Lewis entre sus brazos en este momento? ¿Por qué se habían besado? ¿Por qué el británico le había dicho que si lo abrazaba sin lastimarlo, sería el primero en hacerlo?

Sergio descendió sus manos hasta la cintura contraria, sin despegar sus ojos de los del piloto de Mercedes, los cuales estaban brillando a más no poder.

—No puedo más con la tensión, Lew —habló en un susurro, muy cerca de los labios de Hamilton.

El mencionado suspiró de manera sonora, sintiendo una corriente eléctrica recorriendo su espina dorsal y que su rostro se calentaba. Un extraño cosquilleo pasó por todo su cuerpo, haciéndolo estremecer un poco. Apenas y podía mantener el ritmo de su respiración y, su corazón estaba tan frenético, que sentía que tarde o temprano explotaría.

—Entonces rómpela —contestó en el mismo tono.

La sonrisa que recibió por parte del mexicano, casi lo hace desfallecer. Tuvo que sujetarse bien de los hombros contrarios para no caerse al suelo. Tragó saliva. Ni él mismo sabía de dónde había sacado la confianza para decirle aquello.

Sergio apretó su cintura y acercó aún más su rostro al suyo, sus labios se rozaron levemente.

— ¿De verdad? —le preguntó, manteniendo el mismo tono bajo de voz.

—De verdad.

Sir Lewis Hamilton, ¿Acaso me está dando permiso para hacer cualquier cosa con usted en este preciso momento?

—Así es.

Lewis movió sus manos hasta el rostro de Checo y empezó a tocar este con lentitud, hasta que pudo sostener su barbilla.

—Si no me besas en este momento, entonces yo...

Hamilton no pudo terminar de hablar, porque los labios del hombre de Red Bull se posaron encima de los suyos, robándole casi el aliento. Esta vez Checo lo besó de manera rápida, brusca y fogosa, sus labios se movían de manera sincronizada y apasionada, las manos del mexicano apretaron aún más su cintura, haciéndolo moverse hacia atrás a paso lento, hasta que chocó con una superficie dura.

Una de las manos de Checo soltó la cintura del moreno y fue cuestión de segundos para que Lewis escuchara el sonido de cosas cayendo al suelo con rapidez, incluso pudo escuchar un cristal rompiéndose, lo cual lo distrajo por unos segundos. Se separó del mexicano, mirando hacia un costado, dándose cuenta que el hombre había roto un florero y que algunas de cosas estaban dispersas en el suelo.

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