New York

77 3 1
                                    

28.


NY era totalmente distinto a lo que imaginaba. Es realmente perfecto, quisiera que podamos quedarnos aquí por más tiempo y no solo para buscar a este idiota. El viaje no fue tan malo, Aaron durmió y pegue un chicle en su rostro –aún sigue ahí-, Matt y yo hablamos sobre Derek y no sucedió ninguna otra cosa que resultara realmente interesante como para tener que recordarla.

Debimos buscar un hotel para hospedarnos, ya que llegamos de noche y mucho no podríamos conseguir. Encontramos 1 habitación en "The Plaza Hotel". Por dios, es perfecto, ni se lo imaginan. Se encuentra frente al Central Park, en la 5th Ave. En el Hall de entrada, parecía que los candelabros de vidrio colgaban majestuosamente del cielo, iluminando todo a su alcance; las columnas y el suelo vestidos de mármol grisáceo anonadaban a cualquier persona que lo cruzara y las grandes, largas y sobrias cortinas color rojo hacían que el lugar pareciese un enorme teatro antiguo. Nos registramos y luego subimos hacia la suite. Eran las 22:30 en cuanto ingresamos, solo voy a mencionar la hermosa vista que teníamos de la ciudad entera de Nueva York, parecía que todo estaba a nuestro alcance, que podríamos ser y hacer lo que quisiéramos. Por un momento, creí también que mis dos amigos y yo, podríamos ser invencibles si nos manteníamos juntos.

Mientras observaba la amplia ventana que me separaba del vacío y las interminables luces de la ciudad, oí la voz de Matthew:

-¿Crees que es buena idea que estemos aquí sin tener rastro de este hombre? –Me susurró al oído.

-¿Tú no estás seguro? ¿Qué tú y Aaron no tenían algo así como pistas que nos guiaron hacia Nueva York, Matthew? –Me volteé al comenzar a creer que todo esto fue un irremediable error.

-De hecho, Aaron dijo que había encontrado algo. –Dijo, encogiéndose de hombros- ¿Crees que nos ha mentido o algo así? Nosotros tampoco le hemos pedido alguna prueba, se supone que deberíamos confiar en él.

-Lo sé, Matt. Pero tienes razón, no tenemos idea de donde comenzar. ¿Le preguntamos o qué? –Él asintió y esperamos a que Aaron regresara de McDonald's.

-¿Dos horas? –Dijo Matt mirando su reloj Swatch – De veras, no creas que vamos a tragarnos eso. Nadie tarda dos horas en McDonald's, Aaron.

Nuestro amigo no logró responder algo coherente sobre la acusación de Matthew y se dejó caer sobre  una de las camas matrimoniales para dormir.

Supuse que era hora de seguir sus pasos e hice lo mismo.

Me desperté a eso de las 8 a.m. y desperté a Matt también para ir a desayunar a la parte inferior del Hotel.  Ambos nos cambiamos y partimos hacia allí, Aaron no se encontraba dentro de la habitación así que supusimos que ya se encontraba abajo.

En cuanto llegamos apenas 5 mesas se encontraban con ocupantes, pero en ninguna de ellas se encontraba Aaron. Desayunamos un tanto preocupados por él, y en cuanto terminamos decidimos llamarlo. Curiosamente, una voz femenina nos atendió:

-¿Hola? ¿Quién habla? –me resultaba levemente conocida.

-Uhm... hola. – Dije, un poco desconcertada ante la nueva voz- Soy Taylor, la amiga de Aaron. ¿Se encuentra contigo?

-Claro que se encuentra aquí, ¿Para qué más estaría en Nueva York? Mi nombre es Maia. De veras agradezco que hayan acompañado a Aaron hasta aquí, pero él puede estar sin ustedes. – luego de decir eso, la estúpida "Maia" simplemente colgó.

-¿Qué diablos acaba de suceder? –Dijo Matthew, observándome. No le respondí, pero ya entendí que estaba sucediendo.

Tomé la tarjeta que nos facilitaba la entrada a la suite y procuré dejar asentado en recepción que solo Matt y yo éramos huéspedes de ese cuarto. Salí casi trotando a la calle y la luz enceguecedora del sol prácticamente quemó mis ojos. Mi amigo me pisaba los talones mientras usaba mi móvil para rastrear a Aaron.

Luego de una hora de caminata por Central Park, dos hotdogs y un zumo de naranja, lo encontramos junto a su adorable acompañante en un asiento con dirección hacia el este. No tuve una mejor reacción que arrojarles encima la pequeña cantidad de zumo que todavía conservaba en el vaso descartable color rojo. Sin decir más, Matt y yo caminamos alejándonos de allí, con la esperanza de poder volver a casa y olvidar todo lo sucedido en esta estúpida ciudad.

Junto a Matthew, intentamos conseguir boletos de avión para volver a Miami, pero se encontraban retrasados por quién sabe qué y quien sabe por cuánto tiempo. Por lo tanto, me encontré caminando como una turista por el centro de Nueva York junto a él, tomados de la mano. ¿De veras sucede esto? Dios santo, necesito un día de tranquilidad y creo que este es el perfecto.

Caminamos durante 4 horas y compramos bonitos souvenirs para nuestras familias.  Mientras volvíamos al Hotel por un lugar que no habíamos recorrido, Matthew paró en seco y sus ojos se abrieron como platos.

-¿Matt? ¿Qué te sucede? – Me situé en frente de él intentando distraerlo de lo que sea que lo esté poniendo de esa forma.

-Lee eso, Tay. –Me respondió, con voz sorpresiva y señalando hacia un local que se encontraba en alquiler.

"El Dr. Stephan Shield renta el predio. Por favor comunicarse al número a continuación:..." 

Un Dolor InesperadoOnde histórias criam vida. Descubra agora