Esto definitivamente es guerra.

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10.

Jason arribó el lugar luego de 5 minutos. Al bajar del coche me abrazó y comencé a llorar otra vez, Matt seguía sentado en el borde de la acera abrazando sus propias piernas e intentando convencerse de que nada de eso era real. Mi “tío” debía atender un llamado importante, entonces me senté junto a mi amigo. Al verme, se secó las lágrimas y luego me sonrió con las pocas fuerzas que tenía. Antes de poder entablar una conversación me miró directo a los ojos y con el dedo meñique secó también mis lágrimas. Le devolví una leve sonrisa. Intentamos entablar una conversación pero nada funcionaba, por lo tanto, nos observamos en silencio durante 5 minutos.

Recibí un llamado de Derek, me disculpé y tomé el móvil.

-Tay, mi madre ha llamado y me ha dicho que asaltaron la casa de Abigail Streamest. Por dios, es la casa donde te dejé junto con tu novio. –Omití ese último estúpido comentario y le contesté.

-Lo sé. ¿Te has enterado de algo más?

-No, te llamaré si tengo noticias, procura lo mismo.

Colgó el móvil y volví a sentarme junto a Matt. Le expliqué lo poco que mi hermano había dicho y sus ojos se llenaron de lágrimas. Ambos decidimos que debíamos ir hacia la casa de Abby, se lo comentamos a Jason y fuimos hasta allí en su coche.

Al llegar, la escena fue devastadora.

Oí a mi amigo susurrar “Esto no puede ser posible”, en ese momento había 17 patrullas y 6 ambulancias.

Corrí hacia el oficial a cargo, casualmente se trataba del Señor Standay (el jefe a cargo de la causa de mi padre). Al verme su cara tomó la seriedad que antes no poseía.

-Señorita Seabrook, me han informado que la hija mayor de la familia Streamest es su amiga.

-Antes que nada, mi apellido es Baldwyn, señor. – Suspiré – Si, Abigail es mi amiga, ¿Han logrado sacarla de allí?

-Claro, ahora mismo está de camino al Jackson Memorial junto con el joven señor Prete en una ambulancia. Siento haberle dicho su otro apellido, supuse que había dejado a su padre atrás con todo el asunto del suicidio.

Contuve la impotente ira que ese hombre me causaba e intenté mantenerme serena. Le agradecí y regresé con Matt y Jason.

Les comente lo que el oficial me había relatado. Mi amigo se retiró para llamar a sus padres y comentarles lo sucedido con nuestros amigos y Jason le envió un texto a su chofer para que vuelva a buscarnos a Matt y a mí para ir hacia el hospital.

Al llegar, comencé a recordar el último día que estuve en ese lugar. Derek había cambiado mi vida para siempre desde aquella “pequeña confesión”. Matt y yo nos sentamos juntos en la sala de espera mientras Jason preguntaba por las familias de nuestros amigos. Comencé a pensar en la culpabilidad que cargaba en ese instante cuando Matt –milagrosamente- me interrumpió como si me leyera la mente.

-Nada de esto es tu culpa, Tay. De veras, esto es impredecible –suspiró. – simplemente sucede.

-Solo espero que no vuelva a repetirse. – Intenté cambiar de tema – Tengo una vaga idea de lo que voy a comenzar a hacer luego de que se calme todo este embrollo de Aaron y Abby.

-¿De qué hablas? – Su rostro mostraba desconcierto absoluto.

-Sobre mi padre, imbécil. Comenzaré a investigar dentro de la empresa, que después de todo me pertenece, no pueden ocultarme nada. Sé que descubriré algo, pero necesito tu ayuda.

Antes de que mi amigo pudiera responder la madre de Abby ingresó a la sala de espera desde la puerta de operaciones, las lágrimas caían sobre sus mejillas rosadas. Al verme, lloró aún más fuerte, mi amigo y yo intercambiamos miradas de desconcierto y pánico. Con voz suave y entrecortada logró decirnos entre sollozos.

-Le ha disparado en la cabeza  –tomó una bocanada de aire– No han podido salvarla.

Intenté asimilar lo que Stella estaba diciendo. Era imposible.

Miré a Matt y estaba petrificado, en cuanto me vio observándolo me envolvió en sus brazos y ambos comenzamos a llorar al unísono.

Lo único que pude pensar luego de esa noticia, es que ese asesino no va a salirse con la suya.

Me vengaré, aunque me cueste la vida. 

Un Dolor InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora