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Liberación.

El cielo se había oscurecido repentinamente en todo Òsirys. El viento soplaba con tanta fuerza que los árboles rodeando el castillo parecían estar a punto de partirse por la mitad.

—¿Están bien? —preguntó Krono.

No era una pregunta para los Iliams. Emma entendió eso. Tampoco era que Krono quisiera saber cómo se encontraban sus compañeros. Si él se sentía como si las lianas de Neruk le hubiesen arrebatado todas sus ganas de vivir, asumía que sus otros tres compañeros estaban igual.

Quería saber qué les pasaba a los cuatro jóvenes frente a él.

Sí, los cuatro habían despertado, pero aún parecían estar en un trance, en una gran lucha dentro de ellos mismos.

—No lo sé, —dijo Kaid—, No actuaban así cuando veníamos de la Tierra.

—Algo le pasa al hijo de Samir —advirtió Kirian.

Enseguida miraron al pelirrojo, que estaba de pie al igual que los demás. Tenía la mirada fija al frente, justo en la entrada de Wortsrai. No decía ni hacía nada. Estaba inmóvil, al igual que sus compañeros.

—Yo lo veo bi...,— Krono dejó de hablar al ver cómo el brazo de Alcander se llenaba de líneas rojas, parecían ser sus propias venas incendiándose y tornándose de otro color desde dentro de él.

Pero supieron que no era eso cuando cada línea empezó a abrirse paso por la piel de Alcander, dejando una herida abierta de donde no salía sangre, sino lava.

Kirian mantenía sus ojos cerrados por el cansancio, pero podía darse una idea de lo que pasaba en ese momento, pues podía sentir el inmenso poder que Alcander usaba en ese preciso instante.

—Es el mismo tipo de magia que mantiene vivo a este planeta—, empezó a decir. Abrió los ojos con un poco de dificultad y aunque la habilidad de su clan ya le daba una idea de lo que se encontraría, no pudo evitar sorprenderse.

La lava que salía de Alcander se movía como si tuviera vida propia, alargándose tanto hasta formar lo que parecía ser varios látigos de lava.

—Magia Elemental, —susurró Kaid. —¿Por qué? — preguntó a Kirian.

—No me encuentro bien, Kaid, pero si mi habilidad sensorial no me falla, siento la magia de los marcianos cerca.

—¿Qué tan cerca?

—Lo suficiente como para que ya estén jugando con nuestras mentes ahora.

—Mierda, eso significa que los jovianos y los Marcianos se han unido en contra de todo Òsirys.

Antes de que Krono pudiera responder a su amiga, lo interrumpió el fuerte grito de los cielos. Se asustaron, no podían negar eso. Nunca en Òsirys habían escuchado truenos tan fuertes como aquellos.

Los cuatro fijaron su mirada ahora en la pelinegra, Catherine tenía sus puños cerrados con fuerza y su respiración era agitada. De pronto, Demetrius saltó desde lo alto de la torre de Wortsrai cayendo delante de varios estudiantes que estaban ya en posición defensiva.

Los cinco estudiantes lo miraron sin poder creerlo, y más que mirarlo a él, miraban la gema que sobresalía de su frente, esa donde yacía todo el poder de la Diosa Navah. Podían sentir el poder elemental tan fuerte que Demetrius poseía incluso sin ser brujos sensoriales.

—Iliam... ¿Qué hace aquí? — preguntó una estudiante.

No recibió una respuesta. Segundos después de que hiciera su pregunta, Demetrius levantó su brazo, poniendo su mano recta, y de la palma de misma, raíces empezaron a salir. El verde de sus ojos brillaba con más fuerza mientras las raíces avanzaban con extrema rapidez hasta impactar en algo.

El Regreso A ÒsirysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora