12.

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—¿Estás segura, Cora?

Anoiran caminaba por los pasillos de todo el sanatorio buscando algún rastro de su hijo y de Catherine.

Cora lo seguía mientras le avisaba de lo sucedido.

—Sí, pude hablar con un médico, dijo que supuestamente apareció Mordo y les dio la orden de salir con los que ya estaban, y que no se preocuparan por el resto de los internados.

—Jovianos —dedujo Anoiran, eran capaces de jugar con la mente de todos al mismo tiempo, podían fingir ser Mordo sin problema alguno.

Cora asintió.

— ¿Esos eran todos los pacientes?

—Sí señor, me aseguré. Estaban escondidos en la morgue. Cuando bajé, algunos infectados me siguieron, otros fueron tras Arak y Catherine, pero ellos dos pudieron escapar y yo me encargue de eliminar al resto según las ordenes.

No hacía falta que la joven se lo dijera, con solo darle una mirada a todo el lugar Anoiran notó que algo había pasado ahí, y que al final, Cora había salido victoriosa. Pero haber ganado y haber hecho su trabajo no parecía tenerla tranquila

—Protegiste a los que no podían protegerse a sí mismos y en esta guerra, es exactamente lo que se espera de nuestros guerreros. Deja de preocuparte por ellos dos, estás en lo correcto, escaparon.

Cora lo sabía, podía oler el rastro de sus amigos, y era fuerte, así que estaba segura que habían escapado sanos y sin heridas. Pero el rastro se perdió de un momento a otro y era eso lo que la asustaba.

—El cuerpo de Arak parecía estar totalmente recuperado, pero no puedo asegurar lo mismo sobre su magia. Usó tres runas, señor, y una de esas fue la runa del tiempo.

Anoiran alzó una ceja como respuesta. Su hijo no era idiota, y sabía muy bien que cada acción traía consecuencias. Esa runa ya había traído problemas a la familia Harum, y Arak conocía muy bien todo el dolor que aquello causaba.

—Los marcianos con su tecnopatía están manipulando las ondas electromagnéticas que produce la piedra lunar —informó esperando que la joven entendiera el resto.

—Nos están quitando la forma de movilizarnos. Nos será difícil enviar refuerzos o mover a los refugiados.

—Cómo pudiste ver, por ahora los dragones están haciendo ese trabajo.

—¿Y ahora, señor? ¿Cuáles son las órdenes?

—Limpiar el planeta. Están por todas partes. Nosotros iremos hacia Zíhet; caminando nos tomará dos días, y no serán días tranquilos, Cora. Lucharemos si hay que luchar, ayudaremos si hay que ayudar y no podremos bajar la guardia siquiera un segundo.

La joven asintió.

»Ve por la medicina que creas que necesitarás. Viviste algo que nadie en Òsirys había vivido antes, así que me disculpo por hacerte pasar por esto sin darte tiempo a que te recuperes, pero no hay de otra. Tendremos suerte si alguien nos encuentra y nos facilita el camino.

—Al llegar a Zíhet, ¿Tomaremos el camino hacia Otèlin o es a la isla G a donde nos dirigimos?

—Otèlin. El clan Syrem y clan Druma cuidan la isla G; los demás guerreros debemos reunirnos en nuestra base. Otèlin ya está limpio, nos organizaremos y se armará el nuevo plan a seguir.

—El nuevo plan a seguir —repitió Cora con diversion —, y ¿no crees que necesitamos a Catherine para eso?

Anoiran sonrió. Ambos habían estado esperando un momento para confirmar que eran los reale, que no era ningún joviano fingiendo ser el otro. Y la mención de ese plan fue lo que necesitaron.

El Regreso A ÒsirysWhere stories live. Discover now