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Mordo podía entender que estuvieran algo cansados, tal vez no físicamente, pero debido a todo lo que habían visto y lo que habían escuchado en tan poco tiempo, su mente debería estar colapsada.

Y si la mente se enferma, todo el cuerpo lo hace.

Así que tomó el camino más cercano, que les tomaba treinta minutos caminando. Pudo elegir muchos otros métodos para llegar, pero quería que los jóvenes conocieran más el planeta en el que estaban. Después de todo, el lugar entero les pertenecía.

Entre la caminata, los tres iliams pudieron ver y analizar su alrededor, olvidándose por un momento todo lo que había pasado hace unas horas.  Dejándose llevar por la hermosa y satisfactoria sensación de familiaridad que estar ahí les provocaba.

El aire que se sentía tan puro, el ambiente que era tan pacífico, la brisa que era lo más refrescante que habían experimentado en mucho tiempo. Todo ahí resultaba más gratificante de lo que alguna vez imaginaron.

Después de la caminata, después de ver criaturas y lugares hermosos, llegaron a un lugar donde los cielos se dividían y de ellos descendía una barrera de humo que separaba un lugar del otro.

—Bienvenidos a la frontera entre Tukmur y  Zìhet —Mordo dijo—, no teman pueden pasar tranquilamente, no hace daño alguno.

Y para demostrarlo, pasó su mano al otro lado de la división, y los chicos pudieron comprobar, que nada malo sucedía.

Pero antes de que pudieran pasar, Mordo les dió un poco más de información.

—Zìhet, se traduce al español como “abundancia”, no es algo que deban recordar, pero ahora mismo nos encontramos en Aèras, el conjun... Continente del aire —cambió sus palabras para hacerlo más claro—, no es normal aquí que crezca vegetación tan buena y duradera como la que crece en Neruk, el continente de la Tierra, pero en esta ciudad a la que enteraremos es la excepción, Zìhet es la tierra santa, la ciudad en la que sus padres vivieron por mucho tiempo, es la perfecta combinación entre los cuatro elementos, y sé que van a amarlo.

La sensación fue rara al pasar la barrera, pero no hubo tiempo para pensar en ello una vez se encontraban del otro lado.

El cielo era hermoso, el aire era tan puro, el césped era brillante y suave, era como un pequeño paraíso. Con un pequeño lago en medio, con varios huertos y un largo valle.

Frente a ellos había una cabaña grande, hermosa y decorada con flores de todos los colores.

A Demetrius le hizo recordar a su país, su pequeño pero hermoso Ecuador.

—Es como...

—Las vacaciones en Loja ¿no? —Terminó Demetrius por Alcander.

El pelirrojo asintió.

—Es normal que les recuerde a su país. La tierra en sí es también la perfecta combinación de todos los elementos, pero esa pequeña parte de la tierra es importante.

—¿Por qué? —Alcander preguntó.

Mordo sonrió sabiendo que no era tiempo de que supieran todo, él estaba seguro de que lo descubrirían por su cuenta. O él se los diría antes si resultaba ser necesario.

—Hay una razón por la cual sus padres decidieron que tres de ustedes nacieran en Ecuador. —les reveló sin dar mucha información —. Si bien no podían saber de la magia dentro de ustedes sin que esta despertara, necesitaban sentirla, necesitaban estar rodeados de ella.
La magia elemental está muy ligada a la naturaleza, es cierto que todo su planeta está lleno de esta, pero el país al que sus padres decidieron enviarlos tiene un valor especial. La línea que divide al mundo no está ahí solo porque sí.

—¿Podría ser más claro? —Doris pidió.

—Ya lo sabrán. Vayan allí —señaló la Cabaña—,hay cuartos individuales para cada uno, y hay un cuarto lleno de ropa, elijan lo que les guste, o lo que les quede, hay comida suficiente y pueden descansar por ahora. Vendré en cuanto Catherine pueda salir del sanatorio.

Doris, quien era la más desesperada por poder tocar una cama y dormir, fue la que decidió entrar primero. Su primo y su amigo fueron detrás de ella.

Mordo no perdió el tiempo, en cuanto supo que estaban dentro, salió de Zìhet y apareció en Otèlin. Todo era diferente en ese lugar. El conjunto de la tierra en su totalidad había sido el campo de guerra estas últimas semanas.

El olor de la sangre de los jovianos era sumamente asqueroso. Había sangre seca y fresca por todos lados, los brujos de la Especialidad de Galaga Furlock recogían manos, dedos, cabezas y las depositaban en un enorme container para luego quemarlas.

Por otro lado los brujos de la Especialidad Médica, el que le pertenecía a Helena Farkclac, mantenían una prisión a base de magia donde tenían a varios guerreros prisioneros.

Los de la Especialidad sensorial ayudaban a mantener la prisión fuerte, hasta que pudieran dormirlos a todos y llevarlos a Søds, la base más grande de las cuatro ocultas bajo Òsirys.

Mordo veía a todos los encarcelados, algunos eran tan jóvenes, otros adultos que Mordo mismo había entrenado.

Le dolía, cada grito desesperado y de ayuda le dolía. Pero le dolía más aquellos gritos que imploraban la muerte, los gritos de aquellos Osirios que la infección no se había llevado totalmente.

—¿Novedades? —preguntó al médico encargado.

Este lo miró con pena y negó.

—Aún nada señor. No encontramos si quiera qué empieza la infección.

—Si no sabemos qué lo provoca no podremos encontrar una cura.

Y si no había cura, más vidas debían seguir sacrificándose.

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Info que cura<3

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El Regreso A ÒsirysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora