Capítulo 6

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Sé que esa chica me dijo que descansara, pero al carajo el descanso. No sé dónde estoy exactamente, ni quiénes son en realidad. Debo estar alerta, no debo bajar la guardia, no puedo confiar en estas personas. Debo averiguar si de verdad sólo quieren ayudarme o si son parte de Gamma.

Lentamente me incorporo en la cama y me bajo. Observo  mi alrededor pero nada se ve sospechoso. La habitación es de un color verde claro y está muy ordenada. Una ventana deja entrar la luz del sol, iluminando el lugar.

Que diferencia entre mi habitación y esta.

Dirijo la mirada a mi brazo. Sé que Adara no me mintió respecto a la deshidratación, pues era algo de esperarse. Reviso el suero y, al ver qué está casi vacío, me quito la intravenosa.

Me acerco a la puerta y, siendo mi cuidadosa, la abro y salgo. Camino sigilosamente por el pasillo, deteniendome al final de este cuando escucho las voces de Noah y Adara.

—¿Crees que sea peligrosa? — inquiere Adara. Me asomo con cuidado y la veo de espaldas a Noah. Él está sentado en una silla alta, con la cara apoyada en su puño, viéndola fijamente.

Noah pensó por unos minutos.

—No, no creo que lo sea.

Fruncí el ceño. ¿Cómo puede confiar en que no soy peligrosa cuando ni siquiera me conoce? Obviamente no les haría daño, a menos que ellos intentaran hacérmelo a mí, y lo haría en defensa propia.

Al parecer Adara comparte el mismo pensamiento que yo porque pregunta:

—¿Cómo estás seguro de eso?

Noah se encogió de hombros.

—Cuando la encontré en el bosque se veía asustada, desesperada. Corría como si su vida dependiera de ello — quitó la cara de su puño y se enderezó —. No creo que sea peligrosa, Adara, creo que ella se siente en peligro.

—Bueno, tampoco sabemos eso. Es de lógica que ella correría despavorida, si fuiste tú... — se gira rápidamente hacía él, apuntandolo con un cuchillo. Mi cuerpo se tensó, alerta —. Quien la persiguió con una escopeta en las manos.

¡El hombre armado había sido él!

Noah se pasó la mano por la nuca, apenado.

—No fue mi intención asustarla.

La rubia negó con la cabeza, riendo entre dientes, y le volvió a dar la espalda.

—¿Crees que nos esté diciendo la verdad? — inquirió esta vez Noah.

Adara se encogió de hombros.

—No lo sé. Dijo que no sabe de dónde viene y no nos quiso decir qué hacía sola en el bosque.

—Es un poco extraño  — dijo Noah frunciendo el ceño.

Un delicioso olor inundó todo el lugar. Comida. Mi estómago rugió tan fuerte que creí que lo escucharían. Adara se acercó a una ... Ummm... ¿Alacena? Sí, creo que se llama así, y sacó tres platos. Inconcientemente di un paso adelante, saliendo de mi escondite. Noah se giró hacia mí.

—Oh, hola — saludó con una sonrisa.

Adara también giró y al verme corrió y me sostuvo.

—¿Qué haces aquí? Deberías descansar, estás débil — me reprendió.

Me llevó hasta la silla que estaba al lado de Noah para que me sentara. Al hacerlo me tomó el brazo derecho.

—Te quitaste la intravenosa — suspiró y negó con la cabeza.

Efecto Mariposa Where stories live. Discover now