Capítulo 16

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Noah Tyler

Está perdiendo demasiada sangre.

Es lo único en lo que puedo pensar mientras conduzco a toda velocidad. Veo por el espejo retrovisor como Adara presiona una de mis camisetas en la herida de Diana, tratando de contener la hemorragia.

Sé que su trabajo la ha preparado para este tipo de situaciones, para mantener la calma y centrarse, pero por su expresión y sus ojos llorosos, sé que está aterrada por lo que le pueda pasar a Diana. Y cómo no estarlo si la cantidad de sangre que está perdiendo es alarmante.

En el momento en que ví que la bala le dio, sentí como mi corazón se detenía y algo frío bajaba por mi espalda. El más puro miedo me recorrido en ese momento, y todavía me sigue atenazando por dentro. Diana se ha vuelto alguien muy importante para mí. Me prometí a mi mismo que la cuidaría y la defendería sin importar nada, haría lo que nadie había hecho por ella cuando más lo necesitaba. Pero fallé. No pude protegerla como me hubiera gustado, y ahora estaba desangrándose en la parte trasera de la camioneta.

Un quejido salió de sus labios y Adara empieza a decirle cosas que no alcanzo a escuchar. Aprieto los labios. Sí algo llegaba a pasarle, estaba muy seguro que buscaría hasta por debajo de las piedras al desgraciado que mandó esos hombres y lo mataría.
Apreté el volante con tanta fuerza que los nudillos se me tornaron blancos. Estaba molesto. Mierda... Estaba furioso conmigo mismo. Pude haber hecho algo, estoy entrenado, maldita sea, para ese tipo de situaciones, pero estábamos en una clara desventaja y no podía permitir que un movimiento en falso terminara con una de ellas herida. Pero de nada sirvió.

Pisé el acelerador con más fuerza hasta que la aguja roja del velocímetro llegó a lo último. En el papel que Diana me dio antes de perder el conocimiento, tenía escrito una dirección, y está no era tan retirada del pueblo.

Llegamos a una casa que queda prácticamente en la nada. No me detuve a detallar su fachada, sólo pisé el freno con un poco de fuerza innecesaria, haciendo que rebotaramos hacia adelante. Me bajé casi corriendo y cargué a Diana, mientras Adara tocaba la puerta desesperadamente.

Se escucharon pasos acercarse a la puerta y una señora bajita con el cabello recogido, nos abrió la puerta. Sus ojos se abrieron en shock al ver a Diana.

-¿Es ésta la casa del doctor McCarty? - le preguntó Adara, completamente desesperada.

La señora asintió.

-¿Podemos hablar con él? Necesitamos su ayu...

-Mamá, ¿Quién tocó la puerta? - un hombre joven se asoma en la puerta.
Nos repasó con la mirada. No podría culparlo, debemos ser un cuadro espectacularmente desastroso.

Su ceño se frunció y se acercó a mí. Su ojos se fijaron en el pálido rostro de Diana, y algo parecido al reconocimiento brilló en ellos.

-246 - murmuró, pasmado. Me miró -. Pasen.

La señora se hizo a un lado cuando pasamos a toda velocidad por la puerta. El hombre nos condujo hasta una puerta al final de un pasillo, la abrió y las luces se encendieron automáticamente. Era un sótano. Bajamos las escaleras y al llegar abajo quedé impresionado con lo que veía.
El lugar era de un blanco impoluto, había muchísimos aparatos y cosas científicas de las cuales desconozco sus nombres, y un millar de cosas más. Al fondo, había una camilla en la cual me indicó que recostara a Diana.
Cuando lo hice se acercó y le palpó el abdomen. Diana se retorció.

-¿Qué le ha pasado? - preguntó, mientras se acercaba a unos estantes y tomó unas cosas que no alcancé a ver.

-Unos hombres irrumpieron en mi casa e intentaron llevársela - contesté cuando estuvo a mi lado de nuevo -. La bala le dio por haberse entrometido en el camino para que no le diera a Adara.

Efecto Mariposa Where stories live. Discover now