Capítulo 11

52 5 0
                                    

¿Nunca han sentido ese miedo incontrolable cuando van a confesar algo? ¿Que te tiemblen y suden las manos, el frío en el estomago, los nervios incontrolables? Pues, así me siento en estos momentos teniendo a Noah mirandome con seriedad y a Adara con un destello de preocupación en sus ojos.

El tic tac del reloj colgado en la pared de la sala me empieza a desesperar. Paso las manos por mi jean para eliminar el sudor en ellas. Noah enarca una ceja, esperando a que hable. Verlo tan serio me hace sentir extraña, siempre anda con una sonrisa en el rostro, y verlo así, me desconcierta, es como ver a un completo desconocido. Adara me había dicho antes que Noah podía ser muy dulce y amable, pero cuando la ocasión lo ameritaba podía ser frío e inflexible, con un carácter completamente diferente al que conocía. Y ya acabo de comprobarlo.

No sé ni por dónde empezar, no sé cuáles serán sus reacciones y es lo que más me aterra. Les tomé cariño y aprecio, no cualquiera hubiera ayudado a una chica salida de la nada como yo, no cualquiera tomaría esa responsabilidad y todavía no entiendo el porqué lo hicieron.
 
—Tal vez no crean lo que les voy a contar pero, quiero que sepan que les hablo con la más pura verdad — mi voz suena un poco rara, así que; carraspeo —. Vengo de un laboratorio llamado Gamma. Estuve en ese lugar desde que tengo memoria, allí crecí, allí viví, allí aprendí todo lo que sé. Los que vivimos en Gamma no poseemos nombres por los cuales ser llamados, sólo poseemos un número; yo era o soy, como quieran decirlo; número 246, ese era mi identidad allí. Desde muy pequeños somos entrenados; lo primero que enseñan es a leer, escribir, cosas básicas; nos enseñaban lo extrictamente necesario, sobre el mundo exterior a través de videos o fotografías y al estar lo suficientemente grandes, empezaba el verdadero entrenamiento; combate tactico, Armas, misiles, bombas, todo tipo de equipamientos bélicos existentes o en etapa de pruebas; todas y cada una de ellas debíamos saber usarlas a la perfección; combates cuerpo a cuerpo, a mano armada, defensa personal, cómo interceptar a un oponente, fuera más alto, curpulento o rápido que tú; y lo principal: aprender a convertirse en algo más mortal que un arma.

Mi mirada seguía fija en mis manos, sobre mis piernas. Noah y Adara estaban en completo silencio y antes de que pudieran decir algo proseguí.

—Escapé con ayuda de uno de los científicos, él era el que estaba a cargo de mí; Josh McCarty. Me dijo que tenía que escapar urgentemente de allí, que me tenían vigilada y que podrían lastimarme. Así que el día de mi traslado a otro centro, dejó abierta la compuerta del camión que me iba a llevar, así fue como pude escapar.

Noah fue el primero en reaccionar.

—¿Por qué querían lastimarte? ¿Por cuál motivo? — su ceño estaba fruncido con confusión.

—No lo sé, McCarty no quiso decírmelo, sólo dijo que si me lo contaba su familia correría peligro, y ya estaba corriendo el suficiente al ayudarme, así que; no lo presioné. Pero todo comenzó después de que me inyectaran una especie de suero morado.

—¿Pero qué hacían allí? ¿Con qué proposito tendrían a niños retenidos, enseñándoles cosas tan peligrosas, tan... inhumanas? — pregunta Adara, totalmente confundida, asustada e indignada.

—No tengo ni la menor idea, nunca supimos nuestro propósito allí, sólo sabíamos que cuando alguno de nosotros cumplía los dieciocho o más de dieciocho, desaparecía y no volvíamos a saber nada de el.

—Pero tú...

—A mi también me llamaron igual que a los demás — aclaré.

—¿Los liberaron?

—No lo sé pero, no creo que lo hayan hecho. Yo huí, no me liberaron. Tal vez los llevaron a otro centro como iban a hacer conmigo.

—Diana — me giro hacía a Noah que me mira con seriedad y preocupación al mismo tiempo —. ¿Te siguen buscando, cierto? Sigues en peligro.

Efecto Mariposa Where stories live. Discover now