— Gracias por aceptar verme, Pan. — Ella estaba de pie, sosteniendo al pequeño en brazos — Ven, salgamos. — La vi tensarse un poco, dio un pequeño suspiro de derrota y se adelantó al coche.
Le abrí la puerta del coche para que coloque el bebé en la silla correspondiente, una vez listo se sentó en el asiento del copiloto.
Estuve a punto de decirle lo agradecido que estaba, pero ella solo me brindó una mueca. —Solo lo hago por el niño, no te creas demasiado. —Quedé perplejo.
—Pan, lo siento. — ella bufó
—Eso no quita la humillación que me hiciste pasar.
—¿Humillación? — Pregunté
—Sí, por tu culpa mi hijo es el bastardo en las revistas de chisme, el supuesto hijo negado del presidente de Capsule Corp. — Estaba a punto de abrazarla, pero me esquivó. —No me toques, conmigo no tienes que compensar nada, solo a él.
—Lo sé y lo haré, también quiero compensártelo, por favor...
—Solo avanza.
Nos quedamos en completo silencio, Pan volteaba la cabeza de vez en cuando para mirar al niño. Alertándose por cada quejido que daba el bebé. Mi hijo.
Tuvimos un día tranquilo, fuimos a un restaurante, después de compras. Le pedí que pidiera lo que deseara para ella y para el bebé.
—No es necesario que malgastes dinero en mí. Lo acepto para el niño
—Claro que lo necesitas, debo cuidarte de la misma manera igual que al bebé.
Me dio una risa sarcástica y susurrando dijo— Claro, como en todo el embarazo.
—Pan, lo siento en serio. Tengo ese problema de memoria, no es mi culpa.
—Lo sé, solo esperaba a que me creyeras.
Después de tantas compras, Pan me pidió volver. Se encontraba cansada.
Le dejé en la entrada, esperando. —¿quieres pasar?
Quedé perplejo —Si, gracias. — La seguí todo el camino hasta su habitación— Había una cuna junto a su cama, la vi a punto de colocar al bebé, cuando se detuvo y me preguntó
—¿quieres sostenerlo? — Sonreí estirando mis brazos. Agradeciéndole.
Lo vi detalladamente, físicamente es igual a cuando era pequeño, pero tenía ciertos rasgos de su madre.
—Es precioso.
—Lo es. Se llama Kibou...
—Es un precioso nombre. — Empecé a mecerlo despacio en mis brazos.
—Bueno, es hora de acostarlo, ya debes irte. —Coloqué despacio al bebé en su cuna. —Puedes irte.
—Pan, dame una oportunidad. —Supliqué. —Por favor.
Suspiró— No creo poder.
—Piénsalo por favor.
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Salí de la habitación, esperando a que realmente aceptara, pero antes de eso, tendría que darle su tiempo.
En la sala se encontraba mi hermana, me sonrió un poco y me abrazó. —Dale tiempo, sé que podrán ser la familia que tanto querías.— Me despedí, dispuesto a ir de vuelta a la empresa, me percaté de una figura al otro lado de la calle, una silueta ya conocida—Mai— Susurro.
Y antes de darme cuenta desapareció.
—Debo estar loco.— Subí al vehículo.
—No voy a permitir que esa mocosa arruine mis planes.
