Capítulo sexto

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Draco... escuchame, vuelve. Él te necesita...

¿Quién eres?

Alguien que está eternamente agradecida contigo. Amalos, ahora son parte de tí. Amalos como lo hago yo desde aquí.

Yo no quise... nunca quise quitarte nada.

No lo has hecho, tarde o temprano, viva o no, Harry iba a ir hacia ti. Tú eres su alma, su destino. Yo lo pude ver, desde aquí puedes ver tantas cosas hermosas. Y hay tantos presentes y futuros posibles... y en todos, en todos son solo ustedes.

Cuídate mucho, Draco. Solo te queda esta oportunidad para amar...

 Solo te queda esta oportunidad para amar

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—Señora, Malfoy. Diversos estudios han demostrado que la inyección intracardíaca de adrenalina hasta 5 minutos después de la parada cardíaca, mejora la supervivencia.

—Sí, pero también es peligrosa. Puede aumentar la probabilidad global de muerte o daño cerebral debilitante. No crea que no sé nada de esto, me he enfrentado a la enfermedad de mi hijo desde que nació.

—Por eso mismo, señora Malfoy. También sabrá que la adrenalina también salva vidas, sin dejar complicaciones, en muchas ocasiones, como la de su hijo. Él ahora está estable, en observación. Pero ni bien se encuentre óptimo, deberá someterse a una cirugía de cambio valvular. Usted sabía que el último control hecho por el doctor De Sanctis, dice que la válvula mitral de su hijo está afectada.

Narcisa no lo sabía, Draco siempre le decía que todo estaba bien. Que no se preocupara. Y ahora todo esto. Narcisa se culpaba de primera mano, todo lo que sufría Draco era por culpa de ellos. Tantos protocolos elitistas para criarlo, hicieron que fuera una madre distante a los problemas de su hijo. También el accidente, que hizo que perdiera el olfato cuando él era apenas un niño de seis meses.

Desde el momento que cayó de la escalera y a cabeza dió contra el filo del barandal de mármol, perdió esa capacidad natural, casi animal, de conectarse con su hijo a través de los olores, y aunque Draco siempre le decía que olía igual que su tarta favorita, a limón y merengue italiano, ella nunca conoció el olor de su hijo. Los que guardó de sus primeros meses de vida, con el tiempo se fueron borrando de su memoria.

Hubo algo en esa conexión nata, que se rompió entre ellos, sin querer. Daría lo que sea para volver a sentir el aroma de su niño, aunque sea por unos míseros segundos. Saber cuando está bien, cuando es feliz, cuando le llegaría el celo... ella lo podría haber protegido de ese maldito si tan solo se hubiera dado cuenta esa noche, que su hijo había entrado en celo y que lo peor le pasaría. Pero solo lo vió, solo vió el sufrimiento, su omega estaba dormido y el de Draco clamaba por ella a gritos.

Ahora miraba a Harry, que estaba sentado en la sala de la clínica, esperando nervioso alguna noticia. Y Narcisa se preguntaba si estaba haciendo bien. Si con la llegada de ese hombre no perjudica más a Draco.

Un corazón, dos vidas HarcoWhere stories live. Discover now