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Aproximadamente un mes después de la separación

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John salió a la terraza del ático. Quería escapar por un momento del ajetreo que había a sus espaldas y recuperar el aliento.

La empresa que había contratado expresamente para ello estaba desmontando y embalando los últimos muebles para llevarlos al camión que esperaba calle abajo. Los muebles iban a ser almacenados en un lugar adecuado hasta que decidiera si daba la espalda a Londres y a Inglaterra por completo. Y si decidía quedarse en este país, no querría volver aquí, porque todo le recordaba demasiado a Rose y a su tiempo juntos...

Ya había empaquetado las pocas cosas que significaban algo para él y las había guardado en su espacioso coche nuevo. No eran muchas pertenencias personales, principalmente libros, un ordenador portátil y unos cuantos artilugios con los que había estado jugueteando últimamente.

Además de una muda de ropa y algunas cosas que le recordaban los días felices al lado de Rose y que aún no podía ni quería soltar.

Su amante se había marchado hacía un mes, así que no la había visto desde el día en que se despidió. Sólo Jackie había aparecido una semana más tarde con el pequeño Tony y unos mozos de mudanza y tenía algunas cosas.

Aunque no solía guardarse sus opiniones, esta vez se había mostrado decididamente reservada y amable, sin hurgar más en las heridas abiertas.

Al igual que Peter Tyler en la empresa, había dejado que las cosas siguieran su curso y no había interferido. Ninguno de los padres de Rose le había culpado, nadie había intentado mediar para arreglar las cosas... y él se lo agradecía.

Porque su moderación le ayudó a superar la culpa que bullía en su interior a pesar de todo. Porque se preguntaba si no se había esforzado demasiado por llegar a un acuerdo después de todo....

Aunque el vacío del piso había sido a veces abrumador, había podido encontrar tiempo y ocio entre las cuatro paredes para escucharse a sí mismo y averiguar por qué se sentía demasiado desgarrado y en desacuerdo consigo mismo.

Por mucho que se resistiera a ello, no era sólo John Smith, el hombre sencillo y mortal, seguía siendo, a pesar de todo, el Doctor que ya había vivido varias vidas y visto tanto.

Los recuerdos de su "yo original" simplemente pesaban demasiado como para olvidarlos. No en vano, tras despedirse de Rose, se había ido unos días al lejano norte y había contemplado el cielo estrellado de invierno, lejos del ligero smog de Londres o de otras grandes ciudades.

Pues la parte de él que aún era Timelord anhelaba encontrar el camino de vuelta a las estrellas, seguir explorando sus misterios y, por supuesto, averiguar hasta qué punto este universo alternativo era realmente distinto de aquél en el que había vivido y trabajado su original. La mitad mortal esperaba tener conocimientos suficientes para dejar atrás por fin el pasado y renacer así como un hombre nuevo que por fin había decidido a dónde quería pertenecer realmente.

Mientras no satisficiera ese sentimiento de curiosidad, no encontraría la paz, nunca podría librarse de la sombra del Doctor y ser él mismo.

Por eso había aprovechado los viajes que Rose y él habían hecho juntos por el mundo para rebuscar en bibliotecas, para visitar lugares antiguos donde supuestamente se encontraban las huellas de las visitas extraterrestres. Sonrió al pensar en cómo se habían escapado juntos de las visitas guiadas para husmear subrepticiamente en las ruinas, reuniendo pistas sobre dónde había merodeado alguien. Y Rose había estado a su lado, le había hecho olvidar por un breve instante que aquellos no eran los viejos tiempos...

Shadow of the Doctor ──── DOCTOR WHOWhere stories live. Discover now