𝚅𝚎𝚒𝚗𝚝𝚒𝚝𝚛𝚎𝚜

2.3K 222 2
                                    

Narra Adaliah.

Ya pronto volvería a Hogwarts a cursar mi quinto año, así que estaba disfrutando de lo poco que me queda en el campamento. Estaba en la casa grande, sentada en la ventana de mi habitación viendo a los campos de fresas, cuando nuestra endeble barrera de protección se movió. Me quite de la ventana para tratar de ver mejor lo que venía...era un ejercito de monstruos y de humanos.

Me coloqué mi armadura en menos de 2 minutos y salí con mi espada, todos los campistas estábamos haciendo lo mismo para atacar. La caballa de Ares tomaba la delantera así como lo tenemos estipulado si nos atacan.

—RÁPIDO A SUS POSICIONES.—Fue el grito de Quiron, el me vio y se acercó.—Te quiero cerca con tus dones, los vamos a necesitar hay mestizos desertores.

—Está bien.

Me hice muy cerca de los hijos de Ares, no nos habíamos terminado de organizar cuando la barrera cae en su totalidad, logrando que nuestros enemigos entren en estampida. Los hijos de ares se lanzaron como locos sobre ellos y comenzó la batalla.

Por donde había enemigos y yo pasaba los acababa con mi espada, por suerte con los que me había tocado todos eran monstruos, no se como me sentirá peleando contra otros mestizos. El problema, el enemigo era mayoría nosotros no éramos tanto, yo no podía cubrir tantos frente al tiempo así que en un momento de desesperación a verme rodeada le prendí fuego a mi espada y la pasé por mis enemigos que quemándolos y mandándolos al tártaro.

Mire a mis lados, íbamos perdiendo, me concentre y las compras llegaron tomando formas humanoides.

—Ataquen.—les dije y ellas obedecieron.

Las sombras se fueron a hacer lo que les dije, se metieron y se iban tragando y acabando con monstruos y mestizos (de los malos) que la atacaban.

—Sorprendente.—me di la vuelta ante la voz.—¿De quien eres hija? ¿Acaso lo sabes?

El chico que se enfrentaba conmigo me veía con ira, así que comenzamos a mirarnos con las espadas en alto.

—Soy hija de Tánatos.

El me vio peor, hasta creo que le salía humo.

—Como es posible que un maldito dios menor, te haya reconocido y a mi NO.

El me lanzó un tajo con la espada así que yo esquivé moviéndome a un lado.

—¿De quienes eres hijo?—pregunte.

—OAJALA LO SUPIERA.—Volvió a atacar.—NUNCA ME RECONOCIERON.

Entendí todo, tenía rabia con los dioses y Yeni motivos ellos nunca son justos con sus hijos.

—Lo siento por ti...

—No sirve de nada sentirlo, hija de la muerte.

Me arte.

—El que está muerto eres tú.—El se detuvo y se quedó estático, sentí el poder fluir por las venas, era tan intenso y tan Perfecto a la vez.—Tu ya estás muerto, la venganza y el odio que sientes se está llevando tu vida. Tú estás MUERTOS.—Le grite

—Tú...

—Los muertos no hablan.

Me encontraba sudando y temblando no podía parar, pero se sentía muy bien lo que estaba haciendo, lo que mi don estaba realizando, me sentía viva.

—Para...

—Ya estás muertos.

Le dije y el se fue en polvo, yo abrí los ojos y caí en cuenta lo que hice. Lo había matado con mi voz, le ordene a su alma que abandonara su cuerpo. Soy un monstruo.

Dije y caí desmaya.

***

Abrí los ojos, analice el lugar era mi cuarto en la casa grande, los recuerdos llegaron a mi mente ese chico que había matado.

—Lo mate.

Mire a mi alrededor, estaba sola. Pero ya no sentía ese poder que tuve, me sentía vacía, me abracé a mis piernas y las lágrimas comenzaron a salir.

—Soy un monstruo.

Mi llanto debió haber subido de nivel, que mi padre entró a mi habitación y se ubicó a mi lado en su silla de ruedas.

—¿Que paso Dalia?

—Lo mate.

—¿A quien?

—No lo se.—me sorbí la nariz y lo vi a los ojos, me veía preocupado.—Solo le dije que estaba muerto y se murió, lo maté.

—Adaliah...hiciste lo que debías hacer.

—Hice...que si alma saliera de su cuerpo.

—Dalila debió de haber sido tu padre.

Yo negué.

—No, yo siempre siento cuando la muerte está cerca, el no se encontraba rodeándonos, yo lo maté.

El abrió sus brazos así que yo fui a ellos y lo abracé, donde seguí llorando.

—Papá mi don es una maldición.

—No, no lo es Adaliah.

—Si lo es, veo cuando la gente muere...Le quite la vida a alguien, con solo decirle que estaba muerto.

—Tu don se convertirá en tu maldición, solo si tú dejas que lo sea.

¿Como no dejó que lo sea?

—Solo debes de saber cuándo usar eso que acabas de descubrir, si lo usas siempre si serás un monstruo y tu don tu maldición. Solo úsalo cuando sepas que estás en peligro.—el me limpio las lágrimas.—Tengo una idea...¿te acuerdas esa canción que te gustaba para dormir?

—Si.

A la nanita nana, nanita ella, nanita ella
Mi niña tiene sueño, bendito sea, bendito sea
A la nanita nana, nanita ella, nanita ella
Mi niña tiene sueño, bendito sea, bendito sea
Fuentecita que corre clara y sonora
Ruiseñor que en la selva, cantando y llora
Calla mientras la cuna, se balancea
A la nanita nana, nanita ella
A la nanita nana, nanita ella, nanita ella
Mi niña tiene sueño, bendito sea, bendito sea
Fuentecita que corre clara y sonora
Ruiseñor que en la selva, cantando y llora
Calla mientras la cuna, se balancea
A la nanita nana nanita ella.

—La recuerdas.—el me sonrió.—Esa canción creo que te gustaba mucho ya que habla de dormir, dormir también puede ser un sueño eterno...Ese poder que sentiste, transmítelo cuando lo necesites en esta canción,pero solo pondré el poder necesario si estás en peligro.

—¿Quieres que le poder a las palabras? ¿Como orfeo?

—Exacto...ese poder que sentiste, esa adrenalina la vas a poner en las letras de esa canción y así tus enemigos caerán, como lo hicieron hoy. ¿Estamos?

—Si papá.

Una Slyterin muy diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora