extra.

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― Creo que ya es suficiente, deberías tomarte un descanso Hanbin. ― Su mano le da una palmadita en la espalda y le regala una sonrisa amable.

Asiente y se coloca de pie. ― Está bien, abuelo. ― Limpia el dorso de su frente con el pañuelo que el hombre mayor que ofreció.

― Ten, aquí te traigo limonada. ― Se acerca a ellos una mujer de unos sesenta años con un vaso de limonada entre sus manos, tiene el rostro serio pero la voz dulce. ― Debes estar hidratado, hace mucho calor.

― Gracias. ― Le sonríe y bebe todo en un santiamén, sacándole una risa a sus abuelos.

― Iré a servir el almuerzo. ― Avisa la mujer, volviendo a entrar a la casita blanca de dos pisos.

― ¿Vienes?

― En un rato entro, quiero tomar sol.

Su abuelo ríe. ― ¿Aún más sol? Has estado trabajando en el jardín desde la mañana, ¿No estás cansado?

Sonríe. ― No estoy cansado del sol, abuelo. No te preocupes.

Asiente comprendiendo. ― Bien, en todo caso, te avisaremos cuando la comida esté servida. ― Hanbin asiente. ― Por cierto, buen trabajo con las flores. ― Hanbin se sorprende un momento pero termina emitiendo un suave "gracias".

El hombre de canas se retira y vuelve al interior de la casita blanca. Hanbin suspira, tapa su rostro con su mano del sol y decide acercarse al árbol en medio del patio para descansar ahí un momento.

El sol es radiante a esa hora del día, pero disfruta de la brisa de verano, tan suave y cálida, al igual que su estadía en Cheonan. Desde que llegó a Cheonan a gozado del clima fresco y la atención tan grata y cálida que le brindan sus abuelos. Se siente en casa, está muy agusto, así que disfruta cada día al máximo, antes de que el verano termine y vuelva a Seúl para empezar la universidad.

Aunque está pensando en quedarse a estudiar en Cheonan, o quizás ir a la capital, no lo tiene muy claro.

Recuesta su espalda en el tronco del árbol, coloca sus manos entrelazadas detrás en su nuca, inhala y exhala profundamente, relajando su cuerpo bajo aquel gran árbol. Así por un par de minutos, hasta que siente pasos acercarse y de repente una mano se posa en su rodilla. Abre los ojos y sonríe inmediatamente, dejando salir de sus labios un suspiro enamorado.

― Zhanghao.

De sonrisa brillante y ojos alegres, Zhanghao se encuentra agachado a su altura, con una mano en su rodilla y la otra sosteniendo su mochila.

― Hola Hanbin. ― Tiene las mejillas sonrojadas, no sabe si es por verlo o es un sonrojo por el esfuerzo que pudo haber ejercido en su clase de baile.

Hanbin trae sus brazos hacia adelante y toma a Zhanghao con cuidado para atraerlo en un abrazo, el más pequeño empieza a quejarse.

― ¡Hey, me muero de calor! ― Ríe tratando de alejarse, pero Hanbin niega divertido y lo apega más a él. Por último lo suelta un poco pero solo para robarle un rápido pico en los labios. ― ¡Hanbin!

Hanbin finalmente lo suelta, satisfecho con su cometido, y Zhanghao se levanta con el rostro aún más rojo que antes, y está seguro que es por el calor y la vergüenza de haber sido besado.

Se quita su mochila y la deja debajo del árbol. ― ¿Con que quieres jugar sucio? ― Se da media vuelta caminando hacia un lado de la casa, Hanbin se pone de pie con una sonrisa divertida en los labios, bajo su mirada enamorada.

Zhanghao era demasiado bueno para su corazón, jamás se cansaría de resaltar lo especial que es para él, lo importante que se ha vuelto en tan poco tiempo, y el pilar que lo sostiene cuando por momentos se siente insuficiente, cuando recuerda que sus padres simplemente no quieren volver a saber nada de él.

saturno ✧ haobinWhere stories live. Discover now