Carta #4

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Tiempo...

Quedamos en salir de madrugada a la playa. La mitad de esa noche, no pude dormir como debería haberlo hecho.

Lo siento, pero no podía dejar de imaginarte en todas las posibles cosas que quizás y podrían pasar. La alarma de mi celular comenzó a timbrar y me levante corriendo.

Amaba tu puntualidad en nuestros raros encuentros, esperar, no era algo que me encantara mucho. Té acercaste a mí con tu traje hasta la cintura y preguntaste:

—¿Sabes hacer surf?.
—No..—te respondí sintiéndome tonta.

Eso era una de las tantas cosas que nunca en mi vida hice y que me apenaba por eso. Té ofreciste a ayudarme, y te viste de lo más cómodo. Entramos al mismo tiempo al agua, dejando que las olas nos llevarán a sus profundidades.

—Muy bien primero debes mantener el equilibrio en la tabla — indicaste.

Debes saber que pude haberlo hecho en un solo intento. Si hubiera sido otra persona la que me enseñara a surfear, pero tu...eras una bonita distracción: tus ojos me paralizaban el corazón de vez en muchas veces y tus manos ¡por dios!. Cuando recorrían sin querer mi espalda para ayudarme a subir a esa tabla, me ponían la piel de gallina y mi respiración se aceleraba, haciendo que me olvidara el motivo por el cual estábamos aquí.

Primer intento: caí, un segundo después de haber subido a la tabla.

Segundo intento: no pude subir y me hundí como el titanic.

Tercer intento: El roce de tus manos en mi cintura me distrajeron y esta vez me cachaste.

Tus ojos se fijaron por primera vez en los míos, de una manera diferente. El tiempo dejo de correr para nosotros y ambos estábamos en un momento indescriptible; tu cabello se movía de un lado a otro y tus ojos dejaron de parpadear. Estaban sin ningún movimiento, de manera opuesta, tus dedos recorrían mi cintura de a poco hasta mi mejilla. Para después quedarse detrás de mi nuca y sentir como tus fríos labios rosaron los míos con fiereza y descaro.

El mejor beso que había recibido en ese momento. Sin importarnos estar en medio del mar, tus manos se escabulleron entre el agua y las sentí entre mis piernas, de la nada el agua fría era fuego. Tus manos me subieron y mis piernas se enredaron sobre tu cintura, ahora teníamos una mejor altura. Estaba en shock.

No sabía exactamente que estaba haciendo. Volviste a observarme y me atrajiste hacia ti.

Tus labios aún seguían haciendo de las suyas.

<<Sentir es igual a vivir, pero con la diferencia que cada rose en tu cuerpo.
Lo recordarás al mirarte todos los días en un espejo.>>

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No somos y no seremos...On viuen les histories. Descobreix ara