Capítulo 1

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El tiempo no todo lo cura

Ocho años después

Atenea Morelli

Desde lo más profundo de mi subconsciente puedo escuchar voces, siento todo mi cuerpo adolorido, sé que alguien me toca en algunas partes del cuerpo; sin embargo, hay otras en las que no siento nada más que un simple hormigueo.

Escucho los llantos de una bebé, quiero abrir los ojos para ver de quien se trata, pero no puedo hacerlo, simplemente mi cuerpo no tiene fuerzas, ya no puedo seguir luchando conmigo misma.

― Cárgala mientras suturo a la madre.― esas palabras provienen de un hombre, lo distingo por el tono de voz.

― ¡Mátala! es una voz familiar, una que desde hace tiempo llevo odiando.

No logro escuchar nada más, pues las voces se alejan cada vez más o eso creo, me adentro a un sueño profundo, sueño que es interrumpido por el sonar de mi despertador, suena una y otra vez, pero el cansancio es tan inmenso que no me permite tener voluntad propia para apagar el despertador.

Abro los ojos y restriego los mismos para poder despertar por completo, tengo todo el cuello sudado, son las cinco de la madrugada, el cielo todavía permanece oscuro, después de lo ocurrido hace ocho años no hay un solo día en el que no despierte a esta hora.

Me deshago de las sabanas de satén que cubren mi cuerpo, tomo unas calientes pantuflas y me adentro a mi enorme baño, abro la ducha, el agua sale totalmente fría, así la deseo para despertarme por completo. Cierro los ojos al sentir el agua, mojar toda la tela de mi vestido de dormir, mi cabello, todo se moja por completo, disfruto por varios minutos de este baño refrescante y despertador.

Tomo una de mis ropas deportivas, como todas las mañanas hago una hora de ejercicio en mi gimnasio privado, una vez que termino de colocarme el top observo la pequeña cicatriz que lleva acompañándome hace ocho años debajo de mi abdomen, la toco con suavidad, mis ojos intentan humedecerse, pero hago hacia un lado esos pensamientos.

Tomo mi reproductor de música junto con mis auriculares y salgo con destino al gimnasio, este se encuentra en la planta de arriba, tiene vista al mar, decidí comprar esta hermosa casa por la maravillosa vista al mar que ofrece, es lo que más me gusta de la casa y la zona en la que vivo.

Después de una hora de caminadora y cardio detengo el reproductor de música y me quito los auriculares.

― Sabía que aquí te iba a encontrar.― Adriano entra al gimnasio vestido impecable como siempre.

― No debería sorprenderte, sabes que soy exigente con mi aspecto físico.

― Eres hermosa, además, con la cirugía que te hiciste para cambiar tu rostro es suficiente.

Sed de poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora