Capítulo 14

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Nuevo aliado

Atenea Morelli

No me atrevo a decir una sola palabra en todo el trayecto, tampoco sé qué decirle, aliarme con él implica muchas cosas, de por sí ya tengo varios problemas, que sea mi aliado sería otro problema añadido a la lista. No sé como lo vaya a tomar Luciano, no confía en nada, ni nadie, no es que yo lo haga, pero trato de darle el beneficio de la duda a las personas, él no es así.

― ¿Sorprendida?― su pregunta me saca de pensamientos, de reojo lo veo manejar.

― Debo decir que verte me ha sacado de órbita, pero he sobrevivido a cosas peores.

― Yo fui quien le dijo a Luciano donde estabas, conocía las intenciones de Artemisa.― se detiene en medio de la carretera, la misma permanece solitaria.― No pienso hacerme el héroe ante ti, pero quiero que lo sepas y entiendas que no deseo verte muerta.

― ¿Por qué avisarle a Luciano?

― Sencillo, esa perra no podía tener un final feliz, puede que se haya llevado parte del protagonismo de la historia, pero no es la verdadera protagonista.― toma un cigarro y lo mete a su boca sin encenderlo.

― Te agradezco lo que hiciste por mí.― por un momento dejo salir mis sentimientos y le agradezco el permitirme vivir, no tiene precio lo que hizo por mí.

― Lo haría una y mil veces.― no me mira, su mirada se mantiene en sus pies.― Lo que sí lamento es no haberlo hecho a tiempo, quizás tu hija no hubiera muerto.

― Ya no pensemos en lo que pudo ser, lo importante es que de ahora en adelante debemos encontrar a tu hermana y acabar con Artemisa.

Enciende el auto nuevamente y continúa el trayecto hacia mi casa, a penas inicia la madrugada, recuesto mi cabeza del asiento y espero a que lleguemos.

― Cuentas con todo mi apoyo para lo que sea que tengas planeado hacer, está de más ofrecerte mis hombres, municiones y todo lo demás.― detiene la camioneta en la entrada de mi mansión.― No pienso dejarte sola en esto.

― Aliados entonces.― le extiendo la mano, estrecha su mano con la mía sin pensarlo.

― Te seré leal Atenea, pero nunca me falles.― asiento.

― Conmigo no debes temer a que te sea desleal, esa palabra no existe en mi diccionario.

Mis hombres se encuentran alerta de cualquier movimiento, bajo de la camioneta, para evitar que mis hombres avienten balas por no conocer la camioneta, más por la circunstancia en la que nos encontramos.

― Estoy bien, todo tiene una explicación.― los miro a todos, en especial a Luciano.

Al verme se relaja, es como si se le hubiera quitado un peso de encima, Domenico sale de la camioneta, Luciano al verlo lo apunta con su arma, mis hombres hacen la misma acción.

Sed de poderWhere stories live. Discover now