capítulo 6

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Es tarde para arrepentimientos

Saúl Di Marco

Lorenzo trae una taza de café en sus manos, como habitualmente luce impecable, decidí venir a la central temprano, en pocas palabras he madrugado, todo para incorporarme nuevamente en este lugar, lugar que detesto y que solo me hace recordar la miserable vida que viví hace años atrás, una llena de mentiras y rodeado de falsedad.

Me detengo en la puerta de mi antigua oficina y pienso las cosas varias veces antes de entrar a mi antigua oficina, al ver a Lorenzo acercarse a mí pospongo la entrada a ese lugar, sé que estoy siendo cobarde, pero detrás de esa puerta hay parte mi historia, historia qué deseo borrar.

― Pensé en traerte un café, pero recordé que lo odias.― se detiene a mi lado, se recuesta en la pared.

― Así es, además desayuné antes de venir.

― No hace falta que lo adivine, lo más probable es que hayas comido frutas, tú y tus comidas saludables.― rueda los ojos y toma un sorbo de café.

― El día que Jane te cambie por uno que tenga bíceps y coma saludable, vas a cambiar tu hábito de comer.― veo su pequeña panza creciente.

No quiere decir que sea gordo, pero por el estilo alimenticio que lleva y el descanso que ha tomado en el gimnasio empieza a pasarle factura en el cuerpo.

― Eso nunca pasará, Jane no está conmigo por el cuerpo, está conmigo por el enorme pedazo de carne que guinda entre mis piernas.― enarca una de sus cejas y vuelve a tomar otro sorbo de su café.

― Dudo mucho de que sea un enorme pedazo.― ahora soy yo quien palmea su hombro.

― Cambiando de tema ¿Sabes ya qué haremos con la viuda?

― Hablemos de eso aquí en mi oficina.― Lo encamino a mi oficina.

Al entrar un choque de emociones invaden mi interior, todavía quedan fotografías de Kate y yo, en especial las del día de nuestra boda, cuando me fui no me detuve a tirar todo a la basura, verlas, remueve cosas en mi interior, siento que no lo he superado del todo, me he centrado tanto en el dolor que me he olvidado de vivir.

― Este lugar sigue igual que antes.― Lorenzo observa todo sin tocar las cosas.

― El general Nowak dijo que desde que me fui estaba bajo llave, esperaban a que volvieran, por eso decidieron dejar todo igual.― me dejo caer en mi cómoda silla giratoria.

― Correcto, quisieron asignarle tu oficina a Massimo, pero no iba a permitir semejante humillación.― toma asiento del otro lado del escritorio quedando frente a mí.

Verifico la caja de papeles que se encuentre sobre mi escritorio, la dejé ahí antes de irme, no recuerdo mucho lo que contienen esos papeles, pero pienso que no tienen tanta importancia, antes de irme me llevé todo lo que contiene valor.

Sed de poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora