Capítulo 27

185 21 2
                                    

─────── ✧ ───────

Parte del pasado

Saúl Di Marco

Mi cabeza duele a reventar, antes de Lorenzo retornar a Polonia me pidió que saliéramos a tomarnos unos tragos, el problema es que a ambos se nos fue la mano con el alcohol. En estos momentos me encuentro en mi cocina con un vaso de agua en las manos y un frasco de ibuprofeno en busca de calmar el sonar de trompetas que tengo en la cabeza.

Lorenzo se fue en la madrugada al aeropuerto, hoy es la cita médica de su esposa y desea estar presente en cada cita de su hijo. Está muy entusiasmado con el tema de ser padre, me siento feliz por él, es el tipo de vida que soñó tener desde siempre, trabajó duro para lograr obtenerlo.

Las cosas han transcurrido con calma desde aquella noche que me encontré en aquel club nocturno con Atenea, no he vuelto a saber de ella, como siempre se ha desaparecido, por más que me he infiltrado en su celular, no he encontrado ninguna información que resulte importante.

Tampoco sé nada sobre Domenico, este también ha sabido como esconderse, mi temor es que me vea estando con Atenea y le diga quién soy, eso arruinaría la misión, ahí tendría a medusa de enemiga, ese sería el peor de los casos, si de algo estoy seguro es que es una mujer fría, es mejor tenerla de amiga y no de enemiga.

El timbre suena provocando que frunza el ceño, solo Lorenzo conoce mi dirección, no tengo idea de quién podría estar tocando la puerta, salgo de la cocina con mi vaso de agua en manos a acercarme a la puerta. Por el ojo mágico de la puerta veo a Kate, ruedo los ojos, si mi mañana estaba siendo una mierda, con su presencia lo sería aún más, no tengo otra opción que abrirle la puerta.

― ¿Qué haces aquí?― la miro de arriba abajo, trae un vestido color rosa el cual se ciñe a su cuerpo resaltando sus curvas, su cabello suelto le da un toque veraniego a todo su atuendo, puedo ver sus ojos a través de los lentes de sol.

― Tenemos que hablar, ya no puedes seguir evitándome.― entra a mi casa sin permiso, al parecer sigue creyendo que tiene derecho sobre mis cosas.

Sigo dándole la espalda, le doy un largo trago a mi vaso de agua para lograr refrescar mi garganta, cierro la puerta sin decir nada más, así como ha entrado sin orden mía, dudo mucho que desee irse a la ligera solo porque se lo pida.

― Te escucho.― paso por su lado adentrándome a la cocina para dejar el vaso en el lavabo, luego lo lavaré, ahora solo quiero que hable rápido y se largue de mi casa.

― Deberíamos pasar la página, hace más de cinco años que no sé nada de ti, te fuiste sin decir nada, por si lo olvidas, todavía seguimos casados.― alza su mano mostrando el anillo de bodas que con tanto amor una vez le compré.

― Si me fui o no, ese es mi problema, no el tuyo.― escupo con molestia.― No olvido que desgraciadamente estemos casados todavía, deberías quitarte ese anillo, te ves ridícula con el puesto.

Mira el anillo que permanece en su dedo y con su otra mano acaricia el diamante que se encuentra en la punta como decorativo, es un anillo exclusivo y bastante costoso, solo el diamante que tiene vale más de la mitad del lujoso apartamento en el que me encuentro viviendo en estos momentos.

― Cometí un error, me arrepiento cada día que pasa de haberte engañado.― pasa las manos por su cabello y lo echa hacia atrás, ahora puedo apreciar mejor sus pecas, son pocas, pero muy notorias.― La realidad es que te sigo amando y deseo que intentemos volver, sé que todavía me amas.

Mentiría si dijera que amo a Kate; sin embargo, no lo hago, desde hace años dejé de amarla, no siento nada por ella, pensé que llegaría a odiarla, pero ni eso, logro sentir, solamente sé que me hizo mucho daño, solo eso, ella ha pasado a formar parte de mi pasado y ya ni de mis recuerdos.

― Por ti no siento nada, intenté odiarte, pero es que el odio es un sentimiento más fuerte que el amor y por ti no quise sentir nada más.― detallo en su mirada tristeza, mis palabras la han herido.― No mereces que sienta nada por ti, todo lo destrozas a tu paso.

Sus ojos se cristalizan, no me importa si llora, si la lastimo o me comporto como un miserable con ella, todas las opciones que decida asumir las tiene bien ganadas, ella solo ha jugado conmigo, no merece rosas, ni dulces de mi parte, merece mi desprecio e indiferencia.

― Nunca he amado a Massimo, todo lo que sucedió fue por culpa del alcohol, no niego que me seducía y yo como estúpida me dejé llevar, lo admito, me gustaba sentirme deseada por él.― una lágrima escapa de sus ojos.― Pero después de que te fallé no sabía como verte a la cara, solo sucedió una vez y bastó para darme cuenta de que fue un total error.

Una risa falsa se escapa de mi boca, la veo tensarse al escucharme reír, me da risa sus sandeces, cree que soy idiota o que creo sus mentiras mal elaboradas como un completo estúpido, está equivocada totalmente, todo lo que hizo lo hizo por gusto propio, nadie la obligó a nada y eso es lo que más me molesta.

― Un error que duró todo un año repitiéndose.― ese fue el tiempo que ella y mi supuesto hermano del alma duraron viéndome la cara.― Al parecer el error te gusta demasiado, ya que te lo cogías en mi propia cama.

― Y me arrepiento, deseo que me perdones, te amo, no te he olvidado y no quiero que nos divorciemos.

― Yo ya no te amo y con eso basta para que nos separemos, aunque lo único que nos separaría sería un papel, porque separados estamos desde hace años.― salgo de la cocina y camino en dirección a la puerta, ya he perdido mucho tiempo con ella y no quiero seguir viéndole la cara.

― ¿Te gusta la viuda, cierto?― su pregunta me saca de contexto, Atenea no tiene nada que ver en esta conversación.

― ¿Qué te hace pensar qué pueda gustarme?― cruzo mis brazos y la veo recorrer mi cuerpo con la mirada, hasta ahora me doy cuenta de que solo tengo un pantalón puesto.

― El hecho de que te la sigues cogiendo y no la encierras, ya tienes la información suficiente para encerrarla.― mira con detenimiento cada detalle de la casa, los muebles, todo lo que la conforma.

― Eso es asunto mío, no tuyo, al fin y al cabo la misión está a mi mando.― me acerco a tomar el pomo de la puerta.― No olvides que soy tu superior, puedo enviarte de regreso a Polonia, ya que nunca pedí tu ayuda.

Me molesta ver que insinúe cosas sobre mi vida personal, si me gusta Atenea o no es mi problema, no el suyo, abro la puerta para que termine de desaparecer de mi vista de una vez por todas, no la tolero más.

― Si es mi asunto, el general me ha pedido que intervenga en caso de que no vea resultados, en cualquier momento la viuda estará bajo arresto.― pasa por mi lado, por un momento deseo tomarla del brazo con fuerza para que vea que conmigo no se juega, pero no quiero chantajes.

― Pues entonces debió ahorrarse el dinero conmigo, mañana mismo le llamo para que te deje a cargo de la misión, pues estás por encima de mí académicamente.

― Sabemos cuál es tu verdadera profesión, deja ya el papel.

― Profesión que en su momento disfrutaste con entusiasmo, el anillo que yace en tu dedo lo confirma.― se detiene presionando los botones del ascensor para irse.

― No voy a darte el divorcio, nunca lo haré.

― Creo que deberías sintonizarte al siglo, no hace falta de tu autorización para divorciarnos, las pruebas que tengo son la respuesta suficiente de tu parte.― antes de cerrar la puerta me inclino a decirle algo más.― No vuelvas a mi casa, la próxima vez no seré para nada cortés y te sacaré como la perra que eres a la calle.

Cierro la puerta sin importarme si tenía algo más que decirme, tomo otro ibuprofeno más para que termine de quitarme el dolor de cabeza que por lo visto no desea irse. No me detengo a darle mente a las palabras de Kate, siendo sincero, no me interesa nada de lo que salga de su boca.

Lo que sí me asusta es que crea que estoy interesado sentimentalmente por Atenea, eso podría joder mucho las cosas, solo Lorenzo sabe que he llevado la misión más allá traspasando los límites, como tener sexo con ella, pero nadie más puede saber que he postergado su captura, por más que trato me resulta complicado encerrarla, no cuando últimamente se ha metido en mi cabeza como una puta necesidad.

Sed de poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora