45. O' Otorgantes de la Desgracia Oscura

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Nda: Advertencias al final del capitulo.

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Chuuya se despierta con un jadeo. Los restos de su sueño son brasas en el fondo de su mente, que arden intensamente pero se desvanecen con rapidez. Cree que fue un buen sueño. Cree que vio...

—Buenos días, sol.

Chuuya se levanta bruscamente. Mira fijamente al hombre junto a él.

—¿Dazai? —sale como un chirrido estremecedor.

Acostado a su lado, completamente vestido, y apoyando la cabeza en la mano, Dazai le sonríe.

—El primero y el único.

—¿Estás... estás aquí? —los ojos de Chuuya recorren salvajemente la habitación antes de volver a centrarse en Dazai, quien está vivo cuando debería estar muerto. No tiene ningún sentido. Siente náuseas por la desconcertante mezcla de esperanza e incertidumbre que le sube por la garganta—. Estás...

—¿De vuelta de la muerte? —Dazai asiente—. Sí —luego extiende su brazo hacia Chuuya, ofreciéndole un toque—. Toma, compruébalo tú mismo.

Y Chuuya lo hace. Toca la mano de Dazai como si fuera el tesoro más valioso del mundo. Y lo es. Sus dedos se entrelazan lentamente, Dazai lo aprieta cariñosamente y él no desaparece como siempre que Chuuya sueña con él. No deja de existir. Esta realidad no termina de repente.

Chuuya niega con la cabeza. Se le escapa un suspiro de alivio.

—No... no lo entiendo. ¿Cómo?

¿Cómo demonios es posible?

—En un mundo con dragones y Arahabakis, volver de entre los muertos no es lo más extraño que puede ocurrir. Además —Dazai tira de él más cerca desde su mano hasta que solo están a un beso de distancia—, tuve que hacerlo. Chuuya no me dejaba descansar en paz.

Un teléfono comienza a vibrar en su mesita de noche. Él lo ignora.

Chuuya se ríe entonces, aunque algo húmedo recorre sus mejillas.

—Volviste —susurra y acaricia la estúpida cara de Dazai que ha extrañado como un pulmón—. Volviste de verdad.

—Volví —murmura Dazai, rozando su nariz con la de él.

Chuuya aprieta los ojos, aún no es capaz de asimilarlo del todo.

Siente que Dazai le sonríe en la mejilla.

—Alguien realmente quiere comunicarse contigo, ¿eh?

—Déjales. A la mierda el trabajo. A la mierda todo lo de hoy. Volviste.

—No te dejé la Port Mafia para que descuides tus deberes, ya sabes.

—Vete a la mierda. Puedes ser el jefe ahora que ya no estás jodidamente muerto.

Una lección de espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora