La Boda

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Un mes pasó desde que Leviatán la llevó a tatuarse, un mes en el que la tentación no deja de volverse cada día más insoportable. Si bien no se han acostado, Nancy es totalmente consciente de que Leviatán se mete a su habitación y la mira dormir.

Ella se siente culpable por desear que se meta a la cama siempre que va a medianoche y peor se siente cuando desea que le haga justo lo que le dijo en el almuerzo de compromiso.

—¡Llegó el gran día! —Bernadette entró a la habitación con una gran sonrisa. La relación de ambas se fortaleció y Leviatán le encargó la seguridad de Nancy, aunque ella piense que es como su asistente.

—No sé por qué tan emocionada. —Nancy se arropó de pie a cabeza. —Hace más de un mes que no veo a mi familia. —Sollozó, ya está cansada de pedirle a Leviatán que la dejara ver a su hermano y cuñada. —Es mi boda, quiero estar con ellos. Suficiente hice con no hacer una despedida de soltera. —Para Bernadette esos sentimentalismos eran fastidiosos. Ella solo conoce la manipulación y el desapego. Todavía se pregunta cuáles son las intenciones de Leviatán con su jefa, la chica es inocente y le falta mucha malicia, tampoco le ayuda en nada que Leviatán la mime tanto.

—No sé qué decirle respecto a eso. —Se sinceró. —Lo que sí puedo decirle es que las mujeres están aquí para arreglarla. Tienen tres horas para eso y de no terminar a tiempo, esto no terminará bien. —Nancy descubrió su cabeza.

—¿Por qué es tan odioso? —Bernadette alzó las cejas.

—¿Todavía no se entera de nada? —Inclinó levemente la cabeza. —Está con un hombre que grita peligro, está en su casa y aquí no hay amigos, ni abrazos, ni palmaditas en el hombro. Aquí hay poder, control y frialdad. —Suspiró profundamente. —Supongo que pronto conocerá todo. —Caminó a la puerta. —No tarde o mi cabeza rodará y amo mi cabeza. —Nancy se descubrió completamente y se sentó en la cama.

—¿Podré arrepentirme de esto? —Susurró mirando el piso con lágrimas en los ojos. —Te extraño tanto, bombón. —Recordó a Roy como lo ha estado haciendo últimamente. El amor de su vida era todo lo que le hacía feliz y se lo arrebataron injustamente, ahora está a punto de casarse con un hombre que, si bien se esfuerza por hacerla feliz, no puede amarlo porque no olvida a su pelirrojo.

Leviatán entró a la habitación en donde estaban preparando a Nancy, las chicas lo miraron incrédulas, pero ninguna dijo nada.

—¿Cuánto falta? —Preguntó mirando a Nancy en el reflejo del espejo.

—Se supone que tú no deberías estar aquí. —Quitó a la chica que la estaba maquillando para darle frente. —Aún falta, ¿Puedes calmarte? La boda es en dos horas. —Las mujeres miraron al hombre con cara de diablo y temieron por lo que podría pasar después.

—Puedes continuar más tarde, ven. —Nancy rodó los ojos y se levantó, ese hombre no tiene espera y todo lo hace en el momento que quiere, ¿Es bastante pedir ir perfecta a su boda? Se casará con un hombre que no conoce de nada aun cuando vive en la misma mansión que él, ¿No puede ella por lo menos ocuparse de su preparación sin que él interrumpa?

Nancy lo acompañó hasta salir de la casa, al no ver nada volteó la cara y fijó la mirada en él. Leviatán no se preocupó en mirarla, se limitó a observar el camino que da con la entrada.

—Levi... —Lo tomó de la mano cuando vio tres camionetas negras acercarse a velocidad. Leviatán la miró de reojo, por algún motivo le agradó ese apodo y que se refugiara en él.

—Tranquila. —La colocó frente a él sin soltar su mano. —Es mi primer regalo de boda. —Le susurró al oído.

Nancy observó las camionetas acercarse, con el corazón alterado, apretó la mano de Leviatán. ¿Es lo que ella está pensando? Cuando la puerta del primer auto abrió, dejó de respirar, tres hombres se bajaron de la camioneta. La tensión en ella creció cuando tres más se bajaron de la última y caminaron a la del medio. Ambas puertas del pasajero fueron abiertas y entonces fue capaz de respirar.

Flor De La Mafia Where stories live. Discover now