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Cellbit, era un muchacho de unos 17 años, tenía el cabello castaño y un mechón blanco que lo caracterizaba. Era algo serio y pasaba la mayoría de tiempo solo. Lo que más le gustaba era ir al bosque, un bosque el cual estaba "encantado" según los rumores, pero a Cellbit no le importaba.

Una tarde de primavera, Cellbit iba como de costumbre al bosque. Llevaba con el una novela la cual quería acabar de leer. Llegó a su lugar favorito del bosque, un sitio que parecía mágico, todo estaba cubierto de aquel verde que a Cellbit le encantaba. Se sentó apoyando su espalda en un árbol y comenzó su lectura.

Al rato, el chico escuchó unos pasos los cuales no parecían venir de algún animal. Levantó la cabeza, dejando de mirar a su libro y observó a un joven bastante apuesto.

Aquel chico tenía el pelo castaño y ojos de un color marrón oscuro, llevaba puesto una sudadera roja y un vaquero ancho de un color azul algo oscuro, también tenía unas deportivas rojas bastante sucias, parecía que no las lavaba en meses.

¿Hola? — Preguntó Cellbit, al ver que el otro sujeto no decía ninguna palabra.

Hola, perdón si le molesto, pero estoy perdido. Es la primera vez que entro en este bosque y no se bien donde está mi aldea.

Cellbit miró confundido a aquel chico, no sabía ni que había alguna otra aldea cerca de la suya.

Perdón, pero no se donde queda eso, ¿no tienes algún familiar que pueda venir a buscarte?

— Si, pero no se cuanto tardarán en encontrarme.

— Puedes quedarte conmigo mientras, no me molesta. — Ofreció.

El de pelo castaño sonrió cálidamente y se acercó a Cellbit

Muchas gracias, mi nombre es Roier ¿y el tuyo?

— Soy Cellbit, un placer conocerte, Roier. — Cellbit amaba el nombre del castaño, nunca lo había escuchado y le parecía hermoso —. Y dime ¿cuántos años tienes?

16 años, aunque este año cumplo 17. — Contestó, mientras se sentaba al lado del otro chico.

Yo tengo 17 recién cumplidos. Bueno, ¿cómo llegaste aquí?

— Mi abuelo está enfermo, quería buscar flores o algo así por el bosque para al menos darle un pequeño regalo. Le aprecio mucho, hizo muchas cosas por mi.

Cellbit sonrió al ver la amabilidad del chico. Pasaron toda la tarde hablando, ya casi siendo de noche, se escuchó a una niña gritar un nombre. Obviamente el nombre que gritaba era el de Roier.

Debe ser mi hermana Leo, espero volver a verte, me caíste muy bien.

— Lo mismo digo, Roier.

Roier se levantó para irse, miró a Cellbit y le sonrió, para luego irse corriendo a donde provenían los gritos de su hermana.

Cellbit volvía a estar solo.

El bosque encantado // Guapoduo ☆Where stories live. Discover now