𝟓

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Había pasado otro mes, el castigo de aquella vez por suerte solo duró 2 días, así que básicamente casi no les afectó. Ahora Roier siempre llevaba esa cinta en su cabello, nunca se la quitaba, era muy especial para el. Cellbit y Roier se habían vuelto mucho más cercanos y tenían una gran confianza, los 2 sabían casi todo del otro, eran inseparables.

Como de costumbre, Roier y Cellbit estaban en el bosque juntos. Los 2 se encontraban tumbados en la hierba, hablando de cualquier tontería que se les viniera a la cabeza.

Oye Roier. — Dijo Cellbit.

Dime.

— Mis padres y mi hermano están de viaje y me preguntaba si querías venir a dormir a mi casa... — Llevaban mucho tiempo de amistad, pero nunca habían ido a dormir a la casa del otro. Roier se levantó rápidamente por la emoción y asintió muchas veces con la cabeza.

¡Si, si y si! — Roier estaba muy feliz por la propuesta —. Aunque tengo que avisar a mis padres, pero 100% me dejan. No tardaré ¿vale?

Está bien — Cellbit amaba ver tan feliz a Roier, Roier siempre estaba así, era un alma llena de felicidad.

Roier fue corriendo a su casa mientras que Cellbit se quedó esperando por unos minutos. Unos pocos minutos después, el chico volvió corriendo y se lanzó hacia Cellbit para abrazarlo.

— ¿Me guías hasta tu casa, gatinho?

Claro, guapito.

Roier agarró la mano de Cellbit para que el mismo no se perdiera. Por razones obvias, Roier ya sabía donde era, pero quería tener una excusa para agarrar la mano de Cellbit. Llegaron a la casa y Roier fue corriendo a ver todo el lugar, estaba todo muy bien decorado, eran muebles bastante nuevos y todo se veía muy limpio.

¡Tu casa es hermosa! — Dijo Roier, apreciando toda la casa.

Más hermoso eres tu, guapito. — Mencionó Cellbit en broma (no tan broma).

Hermoso eres tú, Gatinho. — Dijo Roier, con la mayor tranquilidad del mundo, mientras que el otro se sonrojó. Cellbit quería poner medio nervioso a Roier, pero le salió mal. Roier se rió al ver la cara roja de su amigo, el chico del mechón le dio un mini golpecito al otro y fue a la cocina para ver que podían tomar. Encontró algunas botellas de vino, no estaban sus padres así que podrían tomarlas sin problema, las agarró y las llevó a la sala de estar.

Encontré esto. — Cellbit mostró las botellas a Roier.

La verdad, nunca tomé. — Dijo Roier, agarrando una de las 2 botellas.

Si no quieres tomar,no te preocupes, no quiero que te sientas presionado, Gatinho.

— No, no. Quiero probarlo, por un poco nunca pasa nada. — Roier sonrió a Cellbit.

Pasaron el rato jugando juegos de mesa, bebiendo, hablando y riéndose por cualquier cosa. Acabaron totalmente borrachos.

Ya era tarde, estaban totalmente ebrios, así que no cenaron y no tenían pensado hacerlo. Se encontraban en la habitación de Cellbit, los 2 tumbados en la cama mirando al techo. Estaban haciendo broma tras broma y hablando de cualquier estupidez. Al rato, las risas pararon y los 2 chicos se quedaron totalmente callados.

Oye Roier. — Habló Cellbit.

¿Que sucede, Cellbo?

— ¿Tu sabes bien si eres hetero? O sea, si alguna vez te has preguntado si no lo eras 100% o algo así.

— Supongo ¿por qué lo preguntas? — Roier movió la cabeza a la izquierda, mirando a Cellbit.

Simple curiosidad. — Cellbit cerró los ojos y se quedó totalmente dormido. Roier se quedó mirándolo por unos pocos segundos más, se giró y también se durmió.

Ya era de día, Cellbit se despertó por el canto de los pájaros, tenía un dolor de cabeza horrible. Abrió los ojos poco a poco y vio que Roier no estaba a su lado. Se sentía agotado, como si su cuerpo estuviera totalmente muerto, pero quería ir a ver donde estaba su amigo. Con las pocas fuerzas que tenía, se levantó y andó hacia la sala de estar, ahí encontrado al castaño.

¿Cuánto tiempo llevas despierto? — Preguntó Cellbit mientras bostezaba.

No mucho, tenía que hacer pis, además de que vomité. — Dijo, con total normalidad.

— ¿Y te encuentras bien?

— Acabo de vomitar ¿tu qué crees?

— Por algo pregunto... — Cellbit se sentó al lado de su amigo, estaba demasiado cansado, casi no podía mantenerse en pie.

¿Puedo preguntarte algo? — Dijo Roier.

Claro, lo que quieras.

¿Recuerdas la pregunta que me hiciste justo antes de dormirte?

No me acuerdo, perdón. — Mintió. Se acordaba muy bien, pero no quería darle vueltas al asunto, lo preguntó sin pensar (después de todo, estaba borracho).

Bueno, respondiendo a tu pregunta... si me lo pregunté y no, no lo sé. — Cellbit se sorprendió ante la respuesta del contrario y a la vez se podría decir que estaba... ¿aliviado? — En fin, cambiando de tema, en un rato me tengo que ir, prometí a mis padres volver antes de la hora de la comida.

— Está bien. — Contestó Cellbit —. Y oye, ¿cómo se llaman tus padres? Me hablaste mucho de tu familia pero nunca dijiste sus nombres.

Se llaman Vegetta y Foolish, son muy amables. Les hablé mucho de ti, tienen muchas ganas de conocerte.

"¿Roier habla de mi?" Pensó Cellbit y se le iluminaron sus ojitos.

Espero conocerles pronto. — Dijo, con una sonrisa de oreja a oreja.

Y los conocerás. — Sonrió Roier —. Bueno, debería irme ya, no quiero preocuparles.

— Está bien pero, ¿te vas a ir con la ropa con la que dormiste? Mejor te presto algo, guapito. — Cellbit no dejó ni que Roier contestara y ya se fue a mirar algo de ropa a su armario. Encontró una camiseta blanca oversize y un pantalón corto negro, lo agarró y se lo llevó a su amigo para que se lo pusiera. Obviamente, no tenían la misma talla, así que a Roier le quedaba algo grande, pero no mal. De hecho, le quedaba genial, se veía hermoso.

Gracias, gatinho. — Roier le dio un besito en la mejilla a Cellbit, abrió la puerta, se despidió con un pequeño gesto y acto seguido se marchó. Cellbit soltó un mini gritito de alegría, comenzando a dar pequeños saltitos de la emoción.

Cellbit se había enamorado perdidamente.

El bosque encantado // Guapoduo ☆Where stories live. Discover now