𝟖

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Roier y Cellbit seguían como siempre, la misma rutina diaria, una rutina de la cual nunca se cansarían. Por otra parte, la preocupación de Cellbit subía, por cerca de donde vivían Roier y el, había un grupo de gente no muy amable, se podría decir. El que llevaba el grupo, había salido en las noticias más de una vez, obviamente cubierto. Iba todo de blanco y llevaba una máscara de oso polar, se hacía llamar: "Cucurucho". Habían acabado con sitios enteros y aún así, no había sido arrestado ningún integrante de ahí. Claramente, todo eso no iba a impedir que siguiera saliendo como si nada a ver a Roier, prefería morir antes que dejar de verle. Ellos ya habían hablado del tema en el bosque, pero no le daban mucha importancia, no querían dejar de verse solo por tener miedo a gente que seguramente ni venga a atacar sus pueblos, después de todo, viven en sitios nada conocidos, ¿quién se tomaría el tiempo de atacar pueblos tan insignificantes?

Dejando todo eso de lado, los 2 chicos quisieron hacer algo nuevo ese día, querían acampar. Siempre se iban cuando anochecía, pero querían quedarse esta vez toda la noche ahí. Planearon todo, esa vez, decidieron verse mucho más tarde, cuando ya fuera casi de noche. Cada uno llevó varias cosas de camping, comida y algo para entretenerse (juegos de mesa, libros...)

— ¿Trajiste todo? — Preguntó Roier, emocionado.

Claro. — Contestó Cellbit, mientras se disponía a colocar su tienda de campaña. La verdad, creía que sería más fácil, pero le costó un buen rato lograr ponerla. Roier, al contrario, le costó poquísimo. Hicieron una fogata, la cual les costó media vida hacerla. Creían que hacer cosas de acampada sería mucho más fácil. Estuvieron comiendo lo que trajeron, contaron historias de terror y demás cosas. Pasado un rato, los 2 chicos estaban agotados, simplemente se tumbaron en la hierba y miraron las estrellas.

Roier le recordaba a Cellbit a una estrella. Nunca dejaba de brillar, por muy mal que fueran las cosas siempre estaba ahí, iluminando todas las malas noches. Roier era la gran estrella de Cellbit, una que nunca se cansaría de mirar, la más bonita de todas, la que más resaltaba.

Cellbit dejó de mirar al cielo, ahora miraba a Roier. Ya no miraba hacía arriba, pero seguía viendo a una estrella, su favorita.

Roier se giró también a ver a Cellbit, se miraron unos pocos segundos a los ojos y por alguna razón, se comenzaron a reír sin parar. El de mechón blanco no podía ni expresar con palabras lo mucho que amaba al otro chico. Por fin las risas cesaron y se quedaron viendo, Roier le dio un pequeño besito en los labios a Cellbit, haciendo que este se sonroje.

Eres la persona más hermosa que conocí, Cellbo. — Dijo Roier, mientras se levantaba para irse a dormir —. Te amo, gatinho.

Cellbit se quedó embobado, hasta que por fin reaccionó.

¡YO TE AMO MÁS, GUAPITO! — Gritó, ya que Roier ya se había ido su tienda de campaña. Apagó la fogata, y se fue a dormir junto a su novio. Fue una noche bastante tranquila, los 2 chicos durmieron abrazados, dormir abrazando a Roier era un sueño para Cellbit. Estaba deseando que por fin los 2 fueran mayores de edad, comprar una bonita casa y poder por fin despertarse todos los días a su lado. Quería que fuera la primera persona que vea al despertar y la última al dormir.

Pasó la noche rápido y ya era por la mañana. Era bastante pronto, sobre las 9 a.m, pero los 2 chicos por alguna razón se habían despertado a esa hora y prácticamente a la vez. Cellbit no pudo evitar sonreír al abrir los ojos y que lo primero que viera fuera a Roier. Estaba todo despeinado, con legañas y con media baba caída, pero para Cellbit se seguía viendo precioso.

Salió con cuidado de la tienda de campaña (cada uno había puesto una, pero al final los 2 durmieron en la misma), no quería despertar a Roier aún, era muy pronto, quería que descansase bien. Fue un bonito gesto, pero igualmente Roier se despertó a los 5 minutos.

Buenos días, gatinho. — Dijo Roier, bostezando mientras salía de la tienda de campaña —. He dormido mejor que nunca.

— Es lo que tiene dormir conmigo. — Dijo en broma Cellbit. Roier se rio levemente.

¿Que hora es? — Preguntó Roier.

Las 9:10 a.m, aproximadamente.

— Que pronto... — Dijo Roier, algo cansado —. ¿Cómo se lava la cara la gente que acampa?

— Supongo que con una botella de agua o con agua del río.

Roier agarró una botella y se echo un poco de agua en la mano, para luego echársela por la cara, lavándosela.

Y por cierto, ¿que trajiste para comer? — Preguntó Roier.

Es muy pronto para preguntar eso, solo son las 9.

— ¿Y?

Cellbit suspiró.

— Traje empanadas. — Contestó. Roier se sorprendió, tiene cierto trauma con esa comida, no entremos en detalles.

Bien... jaja...

Pasó la mañana bastante rápido, los 2 chicos ya se disponían a comer la comida que trajo Cellbit, estaba increíblemente bueno.

¿Las hiciste tu? — Preguntó Roier.

Si, ¿Te gustan?

— ¡Me encantan! Cocinas increíblemente bien.

Cellbit sonrió al oír que su novio disfrutaba la comida que hizo.

— Cuando vivamos juntos te cocinaré todas las empanadas que quieras.

— Me dará diarrea.

Cellbit comenzó a reír, contagiando a Roier. Cellbit estaba deseando vivir con su pareja, quería llegar a casarse con el y ser viejitos juntos. Su futuro ideal era estar al lado de Roier.

No mucho después de terminar de comer, recogieron todo.

Me lo pasé genial, guapito.

— Lo mismo digo, gatinho. — Cellbit le dio un besito a Roier de despedida, siendo obviamente correspondido.

Y cada uno volvió a su hogar.

El bosque encantado // Guapoduo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora