Encandilado ante aquel viril fulgor que aquella mujer cortejaba en el, al hacerle sentir lo bienaventurados que eran sus ojos al tener la dicha y gracia de poder admirarla bajo la incandescencia de la luna, se obsesionaba constantemente en arremeter...
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En lo alto de aquel pino mal cuidado, casi disecado a diferencia de sus demás compañeros, se encontraba sentada una figura femenina que era contorneada con la luz de la luna que se deslizaba atraves de los pliegeues de sus telas que cubrían su cuerpo. Con una mano daba estadía a un joven cuervo y con la otra daba leves toques a la pequeña cabecita del mismo, mimando al pequeñín con una suave melodía, mientras que sus piernas se encontraban colgando realizando débiles movimientos que acompañaban al delicado viento.
De forma sutil termino su canto, acunando con ambas manos a aquel tierno pajarito.
—¿Sabes? No devoro humanos tan de seguido, hace meses que ya no ingiero algo, pequeñín— Hablaba con un tono neutral mientras seguía con sus leves caricias. —Ya no estoy recuperando tanta fuerza durmiendo.
Suspiraste ante la opción que tendrías que recurrir, durante estos últimos años tu taza de mortalidad había disminuido, debido a ello ya no tenías las mismas energías y no te arriesgaría a perder tu rango.
Inalo levemente y luego al abrir con delicadeza sus labios brotó una neblina roja carmín que cumpliría con la misión de que el cuervo acatará sus órdenes.
Odiaba con todo su ser devorar humanos y no por asco, sino por compasión, aprecio y benevolencia hacia ellos.
Ante los ojos de ella, aquellas personas eran inocentes en frente de todas las atrocidades que podían presentarse en contra de ellos.
— ...Traeme una escuadra de cazadores — Bufo al no poder reprimir su necesidad, para después ver como el cuervo se alejaba de ella atraves del horizonte.
Técnica de control.
Era del como se basaba su arte demoníaco, atrayendo a las personas con tres sencillas características, su apariencia, su voz y su olor. Cautivante tanto como para animales, humanos y demonios de inferioridad a ella. Aunque no le quitaba lo persuasivo y ambrosio para los superiores.
Siendo un demonio más hábil en el ámbito psíquico era de esperarse su rápido ascenso hacia la escala demoníaca. Pero su transparencia y compasión jugaban varias cartas en su contra, siendo denominada de entre los demás demonios como la más cercana a un humano, ya que su apariencia no ayudaba tampoco a demostrar lo contrario, pero estas palabras no eran capaces de salir de la boca de los débiles demonios que los difundían, por nada del mundo quisieran que sobre ellos se desatara la cólera del demonio que amaba a todo ser.
Suspiro con pesadez, antes de sentir como la rama que se encontraba en frente cobraba más peso, oyendo junto con un leve crujido:
